La neurocientífica es pionera en la investigación de la transformación que se produce durante el embarazo en el cerebro de la mujer.
Por Diana Oliver
Seguramente pocos eventos vitales son más transformadores a nivel biológico y social que la maternidad. La cadena de adaptaciones físicas y emocionales que se produce ya durante la gestación es enorme, y después la metamorfosis no cesa. El parto, el postparto, la crianza, ser madre, suponen un cambio radical a todos los niveles y sin fecha de fin.
Sobre la transformación que se produce durante el embarazo en el cerebro de la mujer, es pionero el trabajo de Susanna Carmona Canabate, psicóloga clínica y doctora en Neurociencias. Cuenta en esta entrevista que en 2017 aún no había ningún estudio sobre el impacto del embarazo en el cerebro, algo que a la experta sorprende si se piensa en la cantidad de mujeres que transitan la vivencia: el 83% de las mujeres pasa al menos por un embarazo a lo largo de su vida.
Carmona se ha formado en universidades nacionales e internacionales, combinando investigación y docencia. Es autora de más 50 artículos científicos y ha participado en numerosos proyectos (10 a nivel nacional y cuatro a nivel internacional). Actualmente dirige el grupo Neuromaternal del Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón y es docente del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal en el seminario de Psicología del embarazo y en el curso de El cerebro parental: Neurociencia del embarazo y del posparto.
PREGUNTA: ¿Cómo surge tu interés por investigar cómo el embarazo modifica el cerebro de las mujeres?
RESPUESTA: La idea surge de forma espontánea en una conversación en un coche con dos compañeras de trabajo. Las tres éramos neurocientíficas y estábamos alrededor de la treintena. En un punto del trayecto una de ellas expresó su deseo de ser madre y a partir de ahí la conversación se dirigió hacia lo que creíamos que sucedía en el cerebro durante el embarazo. Al volver al laboratorio, nos dimos cuenta de que apenas había estudios sobre los cambios cerebrales durante la gestación y que casi todo lo que había estaba realizado en modelos animales no humanos, principalmente en roedores. Empezamos a fantasear sobre cómo diseñar un buen estudio que nos permitiese conocer cómo se modifica el cerebro durante esta etapa vital tan importante. Nos emocionamos tanto con el diseño y la necesidad de saber qué ocurría que finalmente lo llevamos a cabo, sin financiación y en “horas extra”.
P: ¿Cómo se realizan los estudios sobre los cambios cerebrales que conlleva la maternidad en humanas?
R: Hay diferentes diseños para estudiar el efecto del embarazo y la maternidad en el cerebro. En nuestro grupo utilizamos un tipo de diseños llamados “prospectivos de cohortes”. Se trata de diseños longitudinales que evalúan a mujeres primíparas desde antes de la concepción hasta el posparto e incluyen diferentes grupos control, como padres, mujeres nulíparas, etc.
Para las métricas cerebrales utilizamos la técnica no invasiva de la resonancia magnética, que nos permite visualizar la anatomía y función del cerebro en diferentes puntos temporales e identificar cambios en el tiempo. Estos datos de neuroimagen los combinamos con otras medidas neuropsicológicas, de vinculo, cognición, hormonales… que nos permiten tener una visión integral de lo que le ocurre a la mujeres durante esta etapa.
P: ¿Qué dificultades conllevan este tipo de investigaciones sobre el cerebro parental?
R: Una de las dificultades más importantes que nos encontramos es que, por desgracia, no todas las mujeres que desean quedarse embarazadas lo consiguen. Esto implica que tenemos que realizar muchísimas evaluaciones pre-embarazo sabiendo que un gran porcentaje de ellas no podrán continuar en el estudio. Para nosotras es clave transmitir a las participantes su valor, que es esencial siempre para que podamos seguir avanzando en este campo.
P: En comparación con estudios en animales, las bases neuronales del embarazo y del cuidado maternal en humanos apenas empiezan a conocerse. ¿Cuáles dirías que han sido los hallazgos más interesantes de los últimos años?
R: En los últimos cinco años se ha avanzado muchísimo en este tema. Estudios realizados en nuestro laboratorio, así como en otros laboratorios nacionales e internacionales, indican que el embarazo es un periodo de neuroplasticidad único en la vida adulta, similar al que ocurre durante la adolescencia. A fecha de hoy todo apunta a que el embarazo deja una huella en el cerebro humano que persiste de por vida; y no solo a nivel cerebral, sino también a nivel hormonal e inmunológico.
A fecha de hoy todo apunta a que el embarazo deja una huella en el cerebro humano que persiste de por vida; y no solo a nivel cerebral, sino también a nivel hormonal e inmunológico.
P: ¿Qué es lo que más te ha sorprendido?
R: Lo que más me sorprendió en realidad fue que en el 2017 aún no hubiese ningún estudio sobre el impacto del embarazo en el cerebro. Es muy llamativo teniendo en cuenta la cantidad de población a la que afecta. Aproximadamente, el 83% de las mujeres pasa al menos por un embarazo a lo largo de su vida. En otras palabras, el embarazo es un proceso que experimenta o experimentará el 42% de la población, casi tres billones de personas en el mundo. Además, sabemos que el embarazo es posiblemente el uno de los procesos fisiológicos más extremo al que se enfrenta un ser humano, ya que conlleva enormes adaptaciones fisiológicas que afectan a prácticamente a todos los órganos y sistemas del cuerpo en un periodo de tiempo relativamente corto. Es sorprendente que en 2017 la comunidad científica aún no hubiese abordado ese tema.
P: ¿Cómo pueden ayudar este tipo de estudios sobre el cerebro parental a mejorar la forma en la que cuidamos a las madres?
R: En mi opinión, simplemente el hecho de conocer qué es lo que estás experimentando y normalizarlo, es bastante liberador. Saber que tu cuerpo y tu cerebro están cambiando y que esos cambios no sólo son normales, sino también necesarios para optimizar el proceso de gestación, parto y posparto.
P: En cuanto a la formación de los profesionales sanitarios que están en contacto con madres, bebés y familias, ¿dirías que es interesante que conozcan este tipo de avances y descubrimientos?
R: Totalmente, y la mejor prueba de ello es que nuestros estudios han tenido muy buena acogida entre este tipo de profesionales que constantemente preguntan por programas de formación sobre el tema. Dentro del paradigma científico en el que vivimos creo que tanto ellos como la población en general necesitaba dar una explicación biológica a algo que todas las mamás ya sabíamos, que el embarazo y la maternidad nos cambia, no solo a nivel logístico sino de forma más profunda y duradera. A partir de esta evidencia científica, ya podemos seguir investigando para caracterizar mejor esos cambios y averiguar su implicación en trastornos mentales perinatales, como la depresión posparto que afecta al 17% de la población.
P: Si se puede contar, ¿en qué estás trabajando en este momento?
R: Estamos trabajando en diferentes líneas ahora mismo, todas ellas con el objetivo de caracterizar los cambios cerebrales asociados al embarazo, parto y posparto. Nos estamos haciendo las mismas preguntas que seguramente el lector se habrá hecho: ¿qué ocurre en segundos embarazos?, ¿cuánto duran estos cambios?, ¿cambia el cerebro de los padres?, ¿cambia el cerebro de mamás adoptivas?, ¿están estos cambios producidos por fluctuaciones hormonales?, ¿tienen una implicación directa en la depresión posparto?… Y un largo etcétera que más que un trabajo se ha convertido en una motivación vital.
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