Por Patricia Fernández Lorenzo
Descubro a la autora en este libro. Indago y veo que es una hermosa mujer de unos 80 años. Me enamoro de su voz y de sus palabras. Escritora italiana consagrada. Observadora de la realidad social y política de la mujer a lo largo de la historia. El titulo invita al optimismo aún cuando destila el profundo hueco de ese hijo perdido. Este es precisamente el hilo conductor de su narración. Un bebé que habitó el cuerpo de la autora 7 meses y que continuó viviendo en su corazón y en su fantasía durante 20 años en que se dirige a él para guiarle en el feminismo, en el buen trato y en la comprensión de la realidad de la mujer y su herida histórica fruto del patriarcado.
Y yo, estudiosa de las maternidades, de todas y de cada una de ellas, descubro en esta madre sin hijo a una mujer apasionada que recorre a través de esta obra una vida soñada y también temida, la de las madres feministas educando a varones en contraste con un mundo hostil hacia las mujeres que lo es también con los hombres a los que les exige dureza y abstinencia emocional. Ella no idealiza su frustrada crianza, ella no exime al hijo soñado de participar del mundo que lo rodea y de verse vapuleado y jaleado en él. Ella la transita construyendo un dialogo que recrea temores y que alimenta al hijo de valores y conocimientos bien fundamentados.
El texto es pues un recorrido por la historia del patriarcado. Con perspectiva de mujer nos descubre a las pensadoras que han explicado la psique femenina en reacción a un mundo que las ha excluido de lo público y de lo reconocible. Es una invitación a profundizar en autoras místicas, pero también en la propia autora, laica confesa, que se menciona a sí misma en su propia obra. El cuerpo feliz es para Maraini la vía para el autoconocimiento, es el cuerpo que vive con libertad su sexualidad y reproducción, que reconoce su propio deseo y que logra así una maternidad responsable. Es un cuerpo que da felicidad y la toma.
Pero con mirada de clínica este texto en forma de diálogo recreado es para mi una propuesta terapéutica en sí misma. La escritura dirigida al hijo no nacido, el envestirlo y el dotarlo del pensar y el sentir que la madre le atribuye. El hijo vive en su madre siempre y esta lo acompaña y se acompaña a sí misma durante el tiempo que va del niño al hombre que encuentra otro amor y se va. En ese momento lo deja ir y se desprende de todo lo q fue y de lo q no fue. Lo mas duro es lo q no se cuenta, es lo q se sobreentiende de la falta que se rellena con el deseo.
Desde la perspectiva constructivista del duelo autores como Neimeyer nos invitan a cuidar las despedidas en un primer momento como paso previo a construir una nueva relación con el ser querido al que decir de nuevo hola. Lo que se construye tras la perdida es una nueva relación basada en lo q nos dejó o nos trajo el tiempo con el ser querido. Dacia Maraini alimenta esa bienvenida desde el mismo embarazo. En reposo y advertida del riesgo vital que supone ese tiempo para ambos crea un vínculo que perdura en los años. La madre se construye desde el deseo del hijo y el rol es reinventado por cada mujer y en cada una de las muchas realidades que envuelven este vínculo único y especial de cada vez. La maternidad es la de cada una tal y como elegimos ejercerla y como nos brota sentida cada vez. El lazo es a veces invisible a pesar de su solidez. La herramienta de la escritura se vuelve aquí un recurso para el duelo, para la vida sin el hijo presente al que traemos y al que materializamos para poder digerir el dolor y transmutarlo. Para la autora es sin duda sanador y para las que la leemos es un aprendizaje y una invitación a la vida y al feminismo como modo de estar en el mundo.
Patricia Fernández Lorenzo es psicóloga clínica, terapeuta familiar y docente del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal