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La salud mental de la infancia en confinamiento. Reflexiones de una psiquiatra infantojuvenil

 

Por Ana González Uriarte, psiquiatra infantojuvenil, psicóloga, psicoterapeuta familiar
Reflexiones en torno a la situación en España. Abril 2020

 

INFANCIA Y CONFINAMIENTO  POR PANDEMIA CORONAVIRUS

 
Comenzar diciendo que comparto las recomendaciones de la OMS y del Comité de los derechos del niño de la ONU, que animan a encontrar soluciones creativas para permitir al menos una salida al exterior al día a niños y adolescentes, respetando la distancia de seguridad.
Pero leo y escucho opiniones y vivencias tan diversas tanto en profesionales de salud mental infantojuvenil como en general respecto de los efectos del confinamiento en niños y adolescentes en esta crisis global y universal que está siendo la pandemia por Coronavirus que me surge la necesidad de intentar integrarlas para comprender.
Esta es mi opinión basándome en mis creencias, mi ideología, mi estilo personal de afrontar el estrés además de en lo que conozco acerca de los procesos de vinculación afectiva, estrés, duelo,  trauma y la resiliencia.
¿Tiene consecuencias el confinamiento en bebés, niños, niñas y adolescentes?
Si, pero el impacto no es igual en todos. Hay diversos factores que determinan la intensidad y el tipo de efectos.
Como norma general a menos recursos (internos, emocionales, cognitivos, familiares, de red social, económicos….) y más pérdidas (reales y de seguridad sentida) más efectos negativos puede haber.
¿Es posible confiar en niños, adolescentes y sus familiares para ir relajando el confinamiento?
YO creo que sí. A estas alturas tanto niños como familias estamos concienciadas de los riesgos y peligros. Como sociedad creo estamos mostrando responsabilidad y la gran mayoría de las familias respetarán y harán respetar las condiciones para que no se agrave la epidemia.
Pero como es lógico hay opiniones diversas al respecto, que varían en función de nuestras creencias en torno a la seguridad, el control, las normas, la confianza en los demás, así como en las vivencias particulares en torno a esta epidemia.
A más confianza en los demás apostaremos por la responsabilidad individual, familiar y colectiva; a más desconfianza nos aferraremos más al control y las normas. .
Si estamos cerca del huracán de la epidemia, y hemos sufrido pérdidas, quizá prevalezca nuestro miedo, inseguridad y necesidad de control.
La idea de complejidad y variabilidad a mi me ayuda a entender las diferentes posiciones.
Creo que tenemos que partir de la idea de la complejidad del ser humano y de la diversidad de entornos y contextos tanto emocionales como sociales y físicos que nos influyen y conforman. Y tener en cuenta que la diversidad de miradas y opiniones se sustentan en nuestras vivencias de la realidad inmediata del aquí y ahora filtradas por nuestra historia personal.
Somos personas diferentes con historias y realidades diferentes. Y ahí caben todas las vivencias y miradas.
LO COMÚN es la pandemia infecciosa y el confinamiento. LA DIFERENCIA está en cómo nos afecta y en cómo lo vivenciamos
Ahora mismo en este mundo globalizado e hiperconectado todas las personas estamos sometidas a algo nuevo, algo peligroso como es la pandemia infecciosa por Coronavirus que supone un peligro para la salud y amenaza tanto la supervivencia real de muchas personas (sólo hay que mirar los datos) así como la salud física y emocional de la mayoría (por estrés, duelos, traumas sin resolver, agravamiento de las crisis ya previa, etc….).
A la crisis por la epidemia se añaden las medidas dictadas para intentar contenerla y disminuir la mortalidad: el confinamiento, así como la distancia social, las mascarillas, el lavado de manos, etc.
Y la pérdida de trabajos….las dificultades económicas de buena parte de la población, etc (a tener en cuenta la variedad de situaciones personales).
Todo esto supone amenaza a la supervivencia y a la estabilidad. Que junto a la incertidumbre y falta de control respecto a qué va a pasar, generan MIEDO Y ACTIVACIÓN de los mecanismos de ESTRÉS. En toda crisis hay un proceso de duelo, a los duelos individuales se añade un duelo colectivo por un modo de vida al que no volveremos, por una seguridad sentida que quizá en mucho tiempo no volveremos a sentir.
Las vivencias y afrontamiento de las amenazas a la seguridad son muy variables de unas personas a otras y están basadas fundamentalmente en nuestros mecanismos de regulación emocional y de respuesta al estrés.
Los patrones de regulación emocional y respuesta al estrés se construyen en las experiencias de cuidado emocional tempranas de la vida. Es un proceso en el que necesitamos que nuestra madre y padre, nuestros primeros cuidadores nos regulen repetidamente para que con los años podamos regularnos. Es en los primeros años de vida cuando se configura nuestro estilo personal de afrontamiento.
 

¿Y QUE PASA CON LOS BEBES, NIÑOS, ADOLESCENTES Y EL ESTRÉS?

En general a mayor estrés, bien por su intensidad, la duración, la gravedad del estresor y/o la falta de recursos para afrontarlos más riesgo para la salud.
Y estamos en una situación de crisis mundial que conlleva estrés.
 

Cómo regulan los niños el estrés. La base segura interiorizada

Sabemos que el desarrollo socioemocional, de la personalidad y de la forma como enfrentamos las amenazas se construyen en las primeras experiencias tempranas de la vida.
Si la madre (y otras figuras cuidadoras cercanas) atiende a las necesidades emocionales de la criatura y le calma y regula, ese bebé irá desarrollando un sentido de si mismo de persona merecedora de ser tenida en cuenta e irá adquiriendo con el tiempo estrategias de  autorregulación. Es decir, la seguridad emocional se va interiorizando en base a repetidas experiencias de consuelo; se va confiando tanto en los recursos personales como confiando en los demás y en que si necesito ayuda la puedo pedir. Es lo que llamamos estilo de apego suficientemente seguro que los estudios dicen que posee unos 2/3 de la población. Los bebés y niños muy pequeños dependen en su regulación de sus padres conforme van creciendo van teniendo más estrategias propias para gestionarlo.
Si no se atiende a la necesidad de regulación que tienen los bebés, se niegan sus emociones, se atienden de forma inconsistente, con angustia o si hay abandono o maltrato se configuran apegos inseguros que tendrán estrategias de regulación menos saludables e ineficaces; es lo que se conoce como apegos inseguros.
Los niños necesitan explorar y moverse. Sabemos de sobra de la importancia del juego y la actividad física al aire libre tb para regular el malestar. Somos cuerpo y necesitamos actividad física placentera en el ambiente natural.
Tanto el juego al aire libre y la actividad física son claves para reducir los estados de hiper o hipoactivación por estrés. Se ponen en marcha mecanismos de “reparación” bioquímicos que  disminuyen las hormonas del estrés y mejoran nuestra salud.
 

El impacto de la crisis y el confinamiento no es igual en todas las personas

Esta pandemia es una crisis grave con consecuencias a muchos niveles que va a impactar pero de manera muy diferente en función de múltiples factores:

  • Las pérdidas reales que cada persona vaya a sufrir. Las más terribles y directas, la muerte de familiares y amigos con el añadido de posible trauma por la imposibilidad de celebrar los rituales que habitualemnte ayudan a la elaboración de las pérdidas
  • La pérdidas materiales, la situación económica, y el estrés añadido
  • La pérdida de la seguridad sentida, qué va a pasar después, van a llegar otras pandemias? Cómo las vamos a afrontar?

 
 

Y COMO AFECTA LA PANDEMIA Y EL CONFINAMIENTO A LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA

Hay una pérdida colectiva y globalizada, y en mayor o menor grado el miedo se ha instalado. En lo particular, como ya vamos diciendo va a depender de muchos factores que van a marcar la diferencia:

  • Historia previa personal y familiar. La existencia de trauma previo agrava el impacto del nuevo trauma. El estrés se ceba en las personas que menos recursos tienen y que más dañadas están. Cuantos más recursos llevamos en la “mochila” más capacidad para afrontar la adversidad.
  • Estilo apego y resiliencia: la seguridad interiorizada de los apegos seguros son la fuente de resiliencia primaria. Los niños con apego inseguro que tienen estrategias de regulación más pobres son los que más riesgo tienen. Y como ya sabemos el apego se construye y se interioriza en la relación con los padres.El confinamiento no da respiro a niños y adolescentes inseguros afectivamente con dinámicas familiares relacionales poco contenedoras y que no tienen acceso directo a otras figuras que pueden proporcionar habitualmente apoyo emocional (como abuelos , tíos, profes, educadora, amigos…..).
  • Estilo de vida familiar previo a la pandemia. Cómo vivía esa familia. Qué presencia parental había antes. Cuáles eran sus valores y creencias. Cómo están reaccionando ahora. Encontramos familias que estaban bastante presentes y conscientes al tiempo que estresadas por horarios, trabajos, extraescolares, etc y que están redescubriéndose juntos así como familias con relaciones frías y pobres que han acentuado el aislamiento con adolescentes enganchados, aún más a internet, videojuegos, apuestas online, porno…Y familias inmersas en dinámicas violentas que se agravan.
  • Contexto físico de la vivienda: estos días hablo con muchas familias y me encuentro con las que viven en una gran casa con jardín en el pueblo donde dos familias cada una con 2-3 niños comparten vivienda y actividades. Tienen espacio, se organizan con las comidas, deberes de los niños, actividades y juegos….Y no sienten de momento pérdidas ni impacto..Y otras familias que viven hacinadas en un habitación alquilada, que han perdido su trabajo precario y no saben que van a comer mañana.
  • El papel del Sistema escolar puede estar suponiendo tanto un incremento del estrés por la presión con deberes, tareas…como un disipador de ansiedades para aquellos niños y adolescentes exitosos y evitativos que están tan tranquilos en casa sin el estrés que les supone lo relacional.Podemos reflexionar y repensar qué modelo de escuela y tb de dinámica familiar “teníamos” (antes de la pandemia), la cantidad de horas que la infancia pasa “confinada” en aulas, patios de cemento, sin contacto con la vida ni la naturaleza.Ojalá esta crisis pueda ayudarnos a repensar un modelo de escuela y dinámica más saludables, respetuosas y acordes con la naturaleza.
  • Situación económica. Aumento Pérdidas de empleos, de ingresos, incertidumbre.
  • Trauma por hospitalizaciones y pérdidas de familiares: miles de personas han fallecido sin poder acompañarles en la despedida ni realizar rituales que permitan elaborar. El impacto en infancia también va a depender de como amortigüe la familia. Pero lo va a haber.
  • Como gestionan el ESTRÉS los padres es fundamental para amortiguar o agravar los efectos del estrés y el trauma en la infancia. A más pequeños menos recursos propios, más contagio emocional y peores consecuencias.
  • Insistir en que la actividad física y el contacto con la naturaleza está demostrado que tiene propiedades antiestrés, siempre, antes del confinamiento, ahora y después.

Yo creo que que como sociedad estamos mostrando responsabilidad y la gran mayoría de las familias respetarán y harán respetar las condiciones para que no se agrave la epidemia.
 

PROMOVER RESILIENCIA individual y colectiva. Oportunidad en las crisis

Creo que profesionales de salud mental y de infancia así como responsables y población general hemos de ir pensando en términos de Resiliencia, de esa capacidad de resistir la adversidad y de crecer tras las dificultades. Y de oportunidad de cambiar dinámicas personales, familiares, escolares, de relación con la naturaleza para poner la energía en construir nuevas maneras más saludables de vivir.

  • Desde la humildad de lo pequeño del día a día. Atender a lo cercano. Cuidar. Activar la bioquímica del bienestar. Tener momentos de calma, de jugar , cantar, bailar, hacer deporte…..Compartir.
  • Atender a la comunicación en casa, reflexionar sobre si queremos volver a la misma dinámica hiperocupada y desconectada.
  • Sabemos que las iniciativas solidarias sociales y el altruismo construyen resiliencia.
    El aplauso compartido de las tardes parece que puede ayudar a generar expectativas y esperanza, a no sentirse solos, y a niños y adolescentes les puede ayudar a descargar tensión. No olvidar que somos sociales.
  • Las iniciativas altruistas, personas que ayudan a personas. Cómo podemos colaborar en nuestro vecindario, con los más cercanos….y con los que no tenemos tan cerca. Puede ser el momento de pensar en que puedo contribuir. Y compartirlo con nuestros hijos.
  • La creación artística. Para la infancia, adolescencia y en general, el malestar emocional puede encontrar salida  través del dibujo, la poesía, los relatos, la música…. La contribución de artistas a través de redes sociales generan y propician espacios no sólo de bienestar sino de elaboración de lo que está ocurriendo y que contribuyen a la resiliencia colectiva

 
Y quiero terminar confiando en que está surgiendo una cierta CONCIENCIA CRECIENTE acerca de como cuidarnos y cuidar de forma más respetuosa a nosotras mismas, a la infancia, las familias, la naturaleza y el planeta..

  • Es posible cuidar mejor el planeta. Muchos estudios ya nos iban avisando del deterioro ambiental. El “parón” está teniendo efectos positivos. Tenemos una oportunidad…
  • Cómo queremos tratar a la infancia, desde antes de nacer, ¿como se atiende en nuestro contexto a la mujer embarazada, en parto, postparto?. Esta crisis ha puesto de manifiesto lo que ya se sabe de lo peligroso del medio hospitalario para atender a un parto y nacimiento normal. Es posible otro modelo más humanizado.
  • ¿Cómo queremos criar a nuestros hijos? Es la escolarización 0-3 lo más humano? Podemos pensar en otro modelo que permita conciliar al mismo tiempo que CUIDAR LOS VINCULOS seguros que son la base de la salud?
  • ¿Cómo queremos que estén nuestros niños en las escuelas? Igual podemos pensar en otros modos de aprender, más acorde con sus ritmos naturales, y sin romper el contacto con la naturaleza.
  • ¿Cómo atenderemos a la salud mental de la población infantojuvenil?
  • ¿Vamos a ser capaces de pararnos y pensar qué modelo estamos ofreciendo, qué convendría cambiar?
  • Y en cuanto a los efectos de pandemia y confinamiento habrá que escuchar a los que más formación y experiencia tienen en abordaje de duelo y trauma para poder adaptar nuestras prácticas.

 

Foto Kelly Sikkema