Por Patricia Fernández Lorenzo
Acabo de terminar de leer esta novela de katixa Aguirre. La hubiera devorado en un solo día, presa de la trama y la agilidad de su escritura, de no haber sido por mi momento vital como madre de un bebé y dos niños pequeños. Una madre que escribe desde su recién estrenada identidad materna, en construcción, que no es otra que la de una escritora interesada en poner luz a las sombras de la maternidad.
La cosa va de identidades que chocan con la imagen unívoca de una madre. La escritura como necesidad, como reorganizadora en las crisis, la sinrazón aparente, la locura vs. la psicopatía, pasiones maternas, culpas o eximentes. No hay respuestas cerradas, solo madres en sus historias de vida siempre en construcción. Ellas son las protagonistas indiscutibles de este libro, imperfectas como corresponde a la ingente labor de dar y alimentar la vida.
Gustará sin duda a las que disfrutan reconociéndose en algunas de las vivencias del parto o el puerperio. También a las que saben del difícil equilibrio entre el dar y recibir, entre el ser cuidada, cuidar y procurarse cuidado. Lo disfrutarán aquellas que aceptan las muchas aristas del ser humano y en particular de la identidad materna y que están dispuestas a hacerlas visibles y a acompañar las sombras sin negarlas, sin obviarlas ni dejarlas correr a su antojo.
No es un libro que de respuestas, verdades absolutas o juicios moralizantes. Muestra en su lugar el poder de la narrativa también en el entorno judicial.
De telón de fondo, para quienes leen entre lineas, las historias de vida y soledad, la urgencia de amparar a las madres o de sensibilizar a los padres en los cuidados y sus muchos modos de estar y acompañar.
Las madres escriben y cada vez están mas escritas. Las madres en plural con más preguntas que respuestas.