Por María Emilia Dip, doctora en psicología, psicóloga perinatal certificada NIDCAP.

Seguramente si hubiese nacido prematura en un determinado país y año, donde alguien hubiera ayudado a mi madre a entenderme dentro y fuera de la incubadora muchas cosas en mi vida hubiesen sido diferente. Pero como todo tiene una causalidad, fue aquello lo que me llevó a estudiar a los bebés prematuros y nada menos que con Estrella Gargallo, enfermera y entrenadora NIDCAP que me dio todas las posibilidades de conocer de primera línea a Heidelise Als y su pionero trabajo.

Heidi era una observadora extraordinariamente aguda con una habilidad exquisita para articular conceptos complejos en la teoría y la práctica. Al sentarse al lado de las incubadoras en medio de la noche, Heidi entendió que los bebés que nacen temprano se comunican y que es importante escucharles, que las familias de bebés frágiles merecen ser nutridos en sus funciones de crianza, que los profesionales de la salud merecen ser apoyados en sus funciones de fomento del desarrollo saludable y relaciones” (Dra. Deborah Buehler Pr. Fed. Int. NIDCAP)

HEIDELISE ALS nació en 1940 Krumbach, Alemania. Su infancia transcurrió durante la guerra y en la postguerra las cosas no mejoraron. H. Als expreso cómo esas primeras experiencias formaron una base sobre la cual construir una carrera. “La guerra, y especialmente los años de la posguerra”, decía, “principalmente me llevaron a cuestionar cómo la gente desarrollaba sus emociones y su carácter”.

De joven pudo trabajar un año enseñando en una escuela primaria en Alemania. Luego se casó con un estadounidense y se fueron a Filadelfia. Allí, comenzó una maestría en educación y psicología del desarrollo en la Universidad de Pensilvania. Mientras trabajaba en su carrera, quedó embarazada y en 1965 dio a luz a un bebé que sería su único hijo, un varón. Un bebe de ojos grandes y hermosos. Así y todo era un desafío, gritaba, lloraba, tenía problemas para tranquilizarse. Tenía un trastorno convulsivo y, décadas más tarde, supo que su cerebro tenía más pliegues de los que debería tener, lo que le provocó una discapacidad importante (hoy vive en un entorno con apoyo).

Su hijo reforzó su idea de que los bebés podían comunicar sus necesidades, si los adultos los escucharan. “Aprendí de él a observarlo y creer lo que me dice”, expresó Heidi. “Aprendí que él me influye en muchos aspectos más de lo que yo lo influyo a él”.

La idea de que los bebés influyeron en las madres — y no únicamente al revés —desafió la sabiduría convencional de la década de 1960. Por aquella época, se culpabilizaba mucho a las madres por todo lo que hacían sus hijos y todo en lo que se convertían, incluso cuando desarrollaban autismo. Sin embargo, ella siempre le pareció ridícula esta asignación de culpas, ya que no coincidía con su experiencia como investigadora o como madre. Las investigaciones posteriores demostraron que tenía razón.

Después de obtener su doctorado y divorciarse, Als se fue a Inglaterra durante un año para recibir capacitación adicional. Publicó su primer artículo en 1972. Al año siguiente, el Dr. T. Berry Brazelton. Brazelton la contrató para trabajar en la investigación del desarrollo infantil en Boston Children’s. Este gran pediatra se convirtió en su mentor — “Tenía tanta habilidad para observar bebés sanos a término”, decía Als. Fue así como decidió centrar su investigación en los recién nacidos que necesitaban cuidados intensivos y desarrolló el pionero método NIDCAP para la observación y cuidados de los bebés prematuros y hospitalizados.

Lo que más me enamoró de su método es el aprender con calma, a observar y a entender lo que los bebes, por más inmaduros que nazcan, tienen para decirnos y capacidad de ayudar a sus madres en este momento tan delicados para ambos.

Me siento afortunada de haberme formado en NIDCAP, agradezco la generosidad del doctor Pep Perapoch y mi amiga Estrella Gargallo. Juntos pudimos compartir más de una comida junto a esta gran mujer que tanto ha hecho por los bebés y sus madres. Su legado seguirá por siempre y continuara siendo una herramienta terapéutica sanadora en ese momento traumático.

De ella he aprendido: “No tiene interés alguno recibir elogios por un trabajo publicado. No es bueno si solo se encuentra en las revistas. Lo real es que los hospitales pongan en práctica esas ideas en sus unidades de cuidados intensivos neonatales.”

En estos días que nos dejó, en su memoria, como homenaje le dedico el Projecte Germans, que ella misma conoció en vida y que seguimos desarrollando en el Hospital Vall d´Hebron.

Referencias: