Por Isabel F. del Castillo
Desde hace años vienen publicándose estudios que sugieren que los bebés prematuros tienen más probabilidades de experimentar en la infancia e incluso la vida adulta dificultades para establecer relaciones sociales, timidez, retraimiento, etc. Este ultimo estudio, uno de tantos, concluye que «estos bebés están menos interesados en los otros comparados con bebés nacidos a término a los 6 y 12 meses de edad. Este nuevo estudio aporta luz sobre la relación entre parto prematuro, desarrollo de habilidades de comunicación, y en ultimo lugar, autismo».
Este estudio es uno de los muchos que se han hecho en los últimos años sobre las secuelas psicosociales de la prematuridad, que constatan que la prematuridad tiene efectos negativos a largo plazo sobre la sociabilidad. Sorprende, sin embargo que por lo general estas investigaciones sobre un tema tan crucial no se tenga en consideración la influencia del modo de cuidado. Es decir: si los bebés han estado recluidos en una incubadora o han podido disfrutar de los cuidados canguro. Según el Dr. Nils Bergman, el desarrollo cerebral, físico, emocional, social de un bebé que ha disfrutado de horas y horas de amoroso y estrecho contacto piel con piel con su madre o familiar, de lactancia materna, desde el principio, no es el mismo que el de un bebé que ha pasado las primeras semanas de su vida solo, aislado en una incubadora, sin más contacto con las manos de la enfermera o el neonatólogo, y continuamente agredido por estimulos dolorosos que incluso los adultos, con todos nuestros filtros, soportaríamos mal.
El desarrollo no es el mismo, las secuelas, tampoco.
Cabría preguntarse qué ocurriría con la inteligencia emocional y social a largo plazo de un bebé recién nacido a término en perfectas condiciones, con un peso adecuado, al que se le recluyera en una incubadora durante días o semanas en condiciones de aislamiento. Afortunadamente nadie se ha puesto a hacer este estudio, pero es posible que las conclusiones fueran muy parecidas que en el caso de los prematuros.
Y serían muy parecidas porque el nacimiento y los días y semanas posteriores son clave para el desarrollo cerebral y de la inteligencia emocional y social, y este desarrollo sólo puede darse en el seno de una relación de apego, idealmente con la madre. Incluso, o con mayor razón, en el caso de los bebés prematuros. El regazo materno es lo más cercano al útero materno que exista sobre la tierra. Es beneficioso para un bebé nacido a término, y urgente para un bebé nacido prematuramente. Y sí, técnicamente se puede hacer.
Como dice Nils Bergman, el hábitat natural del recién nacido es el regazo de su madre.
No es que las conclusiones de este estudio y otros similares no sean ciertas, es que lo son dentro del contexto de la neonatología convencional. Pero necesitamos ampliar la mirada y cambiar el paradigma de acuerdo con lo que ha demostrado la ciencia, y hacerlo ya.
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