Por Alejandra Sacks

Para la mayoría de las mujeres, el embarazo y la nueva maternidad es una alegría – al menos una parte del tiempo. Pero la mayoría de las madres también experimentan preocupación, decepción, culpa, competitividad, frustración e incluso ira y miedo.

Como Daniel Stern y Nadia Bruschweiler explicaron en los años 90 en su libro «El nacimiento de una madre» y posteriormente D. Stern en «La constelación de la maternidad»,  dar a luz una nueva identidad puede ser tan exigente como dar a luz a un bebé. Convertirse en madre es un cambio de identidad y uno de los cambios físicos y psicológicos más significativos que una mujer experimentará jamás.

El proceso de convertirse en madre, que los antropólogos llaman «matrescencia», ha sido en gran medida inexplorado por la comunidad médica. En lugar de centrarse en la transición de identidad de la mujer, la mayor parte de la investigación se ha centrado en el bebé. Pero también es importante estudiar cómo la historia de cada mujer y su psicología afecta su forma de ser madre. Por supuesto, esta transición también es significativa para padres y parejas, pero las mujeres pasan por los cambios hormonales del embarazo y eso implica una experiencia neurobiológica y psicológica específica.

Cuando las personas tienen más consciencia sobre sus emociones, pueden manejar mejor sus comportamientos. Por lo tanto, incluso cuando el enfoque se centre en el bebé, la comprensión de la psicología de las mujeres durante el embarazo y el posparto puede ayudar a promover un estilo de crianza más sana. Las madres con mayor conciencia de su propio psiquismo pueden ser más empáticas con las emociones de sus hijos.

Conocer los desafíos de la matrescencia normaliza y valida los sentimientos de las nuevas madres. Estas son las cuatro cosas clave a tener en cuenta:

Cambios en la dinámica familiar 

Tener un bebé es un acto de creación. El embarazo es mucho más que crear un nuevo ser humano, también se crea una nueva familia. Un bebé es el catalizador que abrirá nuevas posibilidades para una conexión más íntima, así como -quizá- nuevas tensiones en las relaciones más estrechas de una mujer con su pareja, hermanos y amigos.

Paula Mariotti, psicoanalista y miembro de la Sociedad Psicoanalítica Británica, y autora de «El linaje materno»  afirma que dice que la identidad maternla de una mujer se basa en el estilo de su madre, que a su vez fue influenciada por la forma en que fué educada.

Tanto si una mujer cría a su hija/o como fué criada como si adopta un estilo diferente, convertirse en madre ofrece una oportunidad para volver a empezar.  De alguna manera, una mujer puede volver a experimentar su propia infancia mientras cría a sus hijos, repitiendo lo que era bueno, y tratando de mejorar lo que no era. Una mujer que haya tenido una relación difícil con su madre, puede intentar ser la madre que ella deseaba haber tenido.

Ambivalencia

La psicoterapeuta británica Rozsika Parker escribió en «Desgarrada entre dos: la experiencia de la ambivalencia materna» acerca de la atracción y el deseo de querer tener cerca al bebé y niño, y el deseo de espacio (físico y emocional) como algo consustancial a la maternidad. La ambivalencia es un sentimiento que surge en los roles y las relaciones en las que la persona está más involucrada, porque siempre se trata de un equilibrio malabarista entre el dar y el recibir. La maternidad no es una excepción. Parte de la razón por la que la gente tiene dificultades para lidiar con la ambivalencia es que es incómodo sentir dos cosas opuestas al mismo tiempo.

La mayoría de las veces, la experiencia de la maternidad no es buena ni mala, es buena y mala. Es importante aprender a tolerar, e incluso sentirse cómodo con la incomodidad de la ambivalencia.

Fantasía vs. Realidad

La psicoanalista Joan Raphael-Leff, directora de la Facultad Académica de investigación psicoanalítica del Colegio Universitario de Londres Anna Freud, explica que cuando llega el bebé, la mujer ya ha desarrollado sentimientos acerca de su bebé imaginario. A medida que avanza el embarazo, la mujer crea una historia acerca de su hijo imaginado y se implica emocionalmente en ello.

Las fantasías del embarazo y la maternidad de una mujer son influidas por sus observaciones de las experiencias de su propia madre, familiares y amigas, así como de su comunidad y cultura. Pueden ser lo suficientemente poderosas como para que la realidad decepcione si no se alinea con su visión.

Culpa, vergüenza y la «madre suficientemente buena»

En la mente de la mujer (o en el imperativo cultural) también está la madre ideal : siempre es alegre y feliz, siempre antepone las necesidades de su hijo, tiene pocas necesidades propias y no toma decisiones que pueda lamentar. La mayoría de las mujeres se comparan con esa madre, pero nunca llegan a la altura porque es una fantasía. Algunas mujeres piensan que «lo suficientemente bueno» (una frase acuñada por el pediatra y psicoanalista Donald Winnicott) no es aceptable, porque suena como una solución. Pero luchar por la perfección lleva a las mujeres a sentir vergüenza y culpa.

Las madres se sentirán culpables porque están toman constantemente decisiones que a menudo representan un desafío o son imposibles.  A veces la situación les exige que antepongan sus propias necesidades sobre las de sus hijos. La mayoría de las mujeres no hablan de sentirse avergonzadas porque suele ser algo que no quieren que nadie más sepa. La vergüenza es la sensación que hay algo mal conmigo. Éste es a menudo el resultado de comparar uno mismo con un estándar poco realista o inalcanzable.

Demasiadas mujeres se avergüenzan de hablar abiertamente de sus experiencias por miedo a ser juzgadas. Este tipo de aislamiento social puede incluso desencadenar la depresión posparto.

Cuando las madres se sienten perdidas en algún lugar entre quiénes eran antes de la maternidad y lo que creen que deben ser ahora, muchas se preocupan de que algo va terriblemente mal, cuando en realidad esa sensación es absolutamente común.

Depresión Posparto

En la edición de abril de la revista Glamour, la modelo Chrissy Teigen se convirtió en la última de una serie de celebridades que reconoció abiertamente su lucha contra la depresión posparto. Se unió a Adele, Gwyneth Paltrow, Brooke Shields y otras mujeres prominentes que han utilizado sus notoriedad para llamar la atención a esta condición seria. La depresión posparto es un problema de salud pública infradiagnosticado e infratratado que afecta a entre el 10 y el 15 por ciento de las madres. Pero muchas otras pueden sufrir de alguna forma con la transición a la maternidad.

Como la psiquiatra de Yale Rosemary H. Balsam mostró en un artículo en febrero en el Diario de la American Psychoanalytic Association, que los psiquiatras ignoren cómo el embarazo impacta psicológicamente a mujer se remonta a Freud. A menudo se deja a las mujeres en un falso disyuntiva: o bien tienen depresión posparto o bien la transición a la maternidad ha de ser como una brisa.

Considere la típica imagen de Instagram del supermadre embarazada y recién parida: una madre multitarea organizada, nutritiva, y modestamente sexy que brilla durante el yoga prenatal y parece imperturbable ante los pechos que gotean, la ropa sucia y la falta de sueño. Esta mujer es una ficción. Ella es un ejemplo poco realista de perfección que hace que otras mujeres se sientan inadecuadas cuando persiguen y no pueden alcanzar ese estándar imposible.

Conocer las causas de la angustia y sentirse cómoda hablando de ellas con otras es fundamental para tener una buena experiencia de maternidad. Ayudará a las nuevas madres ya los que las rodean a reconocer que mientras la depresión posparto es una manifestación extrema de la transición a la maternidad, incluso aquellos que no la sufren pueden estar experimentando una transformación significativa.

Traducido del artículo: The birth of a mother

Alexandra Sacks is a psychiatrist and co-author of a forthcoming book about the emotions of pregnancy and the postpartum period.