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La cámara que mira a los bebés

[Habitación en UCI Neonatología para alojamiento conjunto de madre y bebé. Hospital St. Joseph, Berlin, Alemania]
Foto: Parra-Müller | arquitecturadematernidades.com
Una reflexión desde la psicología perinatal acerca de las incubadoras con cámara que permiten » ‘estar’ 24 horas ‘con’ los bebés prematuros»

Por Esther Ramírez Matos, psicóloga perinatal, terapeuta familiar

Imagina un mundo donde las cámaras y las tecnologías en general sustituyen a las personas, así fantaseaban las películas de ciencia a ficción cuando yo era pequeña. Pues bien, ya estamos, ya vivimos en ese mundo donde casi hemos olvidado mirarnos a los ojos y en ocasiones deseamos que el otro no esté para hacer el amor con nuestras pantallas, que amantes y sumisas nos prometen satisfacción inmediata y relaciones duraderas, al menos hasta el siguiente modelo ofertado.

Foto: Nino Birth
Foto: Nino Birth

Muchos son los autores y movimientos que están alertando sobre los peligros de instalarnos en esta confusa manera de relación en la que perdemos las individualidades, así como los torrentes hormonales oxitocínicos que conlleva el contacto íntimo cercano con otro ser humano. Las personas que ya somos adultas y hemos sido testigos de cómo los robots se incorporan a nuestra vida diaria, al menos hemos decidido hacerlo voluntariamente, pensemos ahora en los bebés recién nacidos. Ellos y ellas llegan esperando amor, amor cálido y cercano, ese tipo de contacto que no puede dar un aparato ni aún siendo el último grito en cara modernidad.
Sabemos que las criaturas recién nacidas están diseñadas como mamíferos que son para estar en brazos de sus madres, más aún si nacen prematuras, necesitando contacto de forma estrecha y mantenida al menos los primeros nueve meses, es lo que se conoce como exterogestación (Aguirre, 2002). Es decir que necesitan un período largo para terminar su desarrollo al otro lado de la piel de su madre. En contacto con ella su cerebro que nace inmaduro puede terminar su desarrollo.

Nils Bergman en Madrid. 2018
Nils Bergman en Madrid. 2018

A pesar de que los hallazgos científicos nos muestran que el cuerpo de la madre es el lugar idóneo y más eficaz para ese fin (Bergman, Jurisoo,1994), pareciera que no estuviéramos preparados para tal cambio de paradigma ya que actualmente, en muchos centros sanitarios, los protocolos establecen que cuando nace un bebé antes de tiempo, ingrese en una incubadora para su cuidado. Es urgente reconocer lo que la ciencia ha demostrado:  el contacto piel con piel con la madre regula la temperatura del bebé y mejora la evolución de la criatura en todos los sentidos.  Por ello el contacto madre-bebé debe ser algo central en el cuidado y tratamiento de los bebés prematuros, lo que hace necesario trabajar para que las UCIS neonatales sean lo más cómodas y adaptadas posible a las necesidades de la diada madre bebé.
Y es que mientras que la evidencia científica se impone surgen otros condicionantes como los protocolos anticuados o el hecho de que el diseño de los hospitales dificulta que que las madres y familias puedan estar todo el tiempo junto a sus hijos. Las madres puérperas, doloridas y asustadas acompañan a sus bebés junto a las incubadoras en sillones en los que apenas pueden estar cómodas pasado un rato. Ven pasar las horas y los días sumidas en un vaivén de emociones que les llevan a transitar de la angustia a la esperanza en un ciclo que pareciera no tener fin. Sin contar con que a veces sus cuerpos también están heridos por una cesárea o por episiotomías que conllevan dolores y limitaciones varias. Heridas además que van más allá de lo físico y afectan a la autoestima y eficacia de la madre (Olza, Lebrero, 2009). La necesidad de que los sistemas sanitarios inviertan intensivamente en estas unidades por el bien de los bebés, las madres y las familias es cada vez más evidente. En palabras de la psicóloga perinatal María Emilia Dip experta en NIDCAP de la unidad de psiquiatría del Hospital Vall d´Hebron en Barcelona:

«El cambio de mirada que hemos de hacer en estas circunstancias del ingreso en unidades neonatales es justamente posibilitar el encuentro físico, donde el sentido del tacto y del olfato sean prioridades para el bebé.

Generar comunicación a través de la presencia con los padres y profesionales, con la familia y el bebé. Propiciar la construcción de espacios con recursos para la creación de vínculos seguros y cotidianos. Para ello se necesita presencia física estable. Gestionar recursos económicos a verdaderos sitios en donde eso ocurra es una inversión económica muy rentable a todos los niveles, en días de hospitalización, en prevención de psicopatología del bebé, la madre y el resto de la familia.

La era de lo visual, de la imagen muchas veces genera pseudo-vínculos, poco sostenibles en el tiempo.»

A pesar de que existen iniciativas en este sentido, como la referenciada, la actual tendencia de sustituir el contacto humano por las máquinas que referíamos al inicio, nos lleva a encontrar bebés en incubadoras en las que ahora se ha incorporado un ojo no humano, una cámara web para que los progenitores puedan ver a su criatura las 24h del día cuando no puedan estar cerca de ella. Creemos que es necesario reflexionar sobre dónde estamos poniendo la inversión: si es a favor de la díada o está al servicio de prioridades adultas alejadas de las necesidades de la parte más vulnerable de esta ecuación. Obviamente que las madres necesitan cuidar a otros hijos si los tienen, necesitan quizá salir a sus casas y ducharse, tumbarse, llorar en paz. Mientras que toman un poco de aire es maravilloso que puedan ver a sus pequeños en el momento en que deseen. Lo que nos planteamos es por qué ese dinero no se invierte en hacer salas neonatales más adaptadas a ellas, que tengan camas para pernoctar plácidamente junto a sus bebés si lo desean, que puedan tener baños dignos para sentirse cómodas mientras se asean y lavan sus heridas puerperales, en definitiva, que todo esté dispuesto para que estar en fusión con sus criaturas sea lo más fácil y mantenido posible. Existen países con menos recursos, como la India, donde las unidades mamá bebé están ya existen.
Nos parece fundamental que al igual que se está poniendo el acento sobre la humanización del nacimiento, creando en algunos lugares maravillosas estancias para acogerlo, se ponga esfuerzo en hacer lo mismo en la vulnerable etapa del posparto. Teniendo en cuenta que ni las madres ni los bebés esperan pasar este período ingresados en un hospital, es necesario que pueda establecerse un sistema de cuidados que tengan como prioridad que la diada pueda permanecer unida el mayor tiempo posible en las mejores condiciones, favoreciendo así el establecimiento del vínculo materno filial adecuado, lo cual es sin duda una garantía de salud a corto y largo plazo, tanto en la madre como en su criatura´.

[Habitación individual en UCI Neonatología para alojamiento conjunto de la familia. Alemania. Incluye cama para la madre y padre.]
Foto: Parra-Müller | arquitecturadematernidades.com