La atención a la salud mental de las madres continúa siendo, cuando se presta, algo que suele suceder a posteriori, una vez que hay síntomas de sufrimiento emocional o enfermedad mental. Sin embargo, el conocimiento aportado por investigaciones recientes pone de relieve la importancia de adoptar un enfoque preventivo y promotor de salud, basado en un conocimiento profundo de la neurofisiología del parto, y orientado a satisfacer necesidades auténticas, a cuidar el estado estado emocional de las madres durante toda la etapa de maternidad y a respetar en lo posible los procesos psicofisiológicos universales, previniendo así los problemas evitables. Un enfoque que responda a las preguntas ¿cuales son los procesos psíquicos universales de la maternidad y cómo favorecerlos? ¿qué necesitan las madres y los bebés? ¿qué impacto tiene el seguimiento del embarazo y la atención al partoue se les ofrece actualmente? ¿cómo hacer que este impacto sea lo mas positivo posible? La realidad es que cada una de las intervenciones que se realizan durante el seguimiento del embarazo y la atención al parto tiene un impacto emocional, y por tanto efectos a nivel neuroendocrino, con consecuencias sobre el proceso fisiológico del parto, la vivencia materna y del bebé, el establecimiento del vínculo, el inicio de la lactancia, la salud mental en el posparto y la crianza.
Este artículo es un extracto del estudio «EL PARTO COMO EVENTO NEUROPSICOSOCIAL: UN MODELO INTEGRADOR DE LAS EXPERIENCIAS MATERNAS Y SU RELACIÓN CON LOS EVENTOS NEUROHORMONALES DURANTE EL PARTO«, un trabajo centrado en la sofisticada, compleja y fascinante neuropsicología del parto, resultado de varios años de trabajo, que aporta una nueva perspectiva integradora para la comprensión y atención al parto. El trabajo ha sido realizado por un equipo multidisciplinar, liderado por la Dra. Ibone Olza, Psiquiatra perinatal, y la Dra. Kerstin Uvnäs Moberg, considerada una autoridad mundial sobre la oxitocina por sus investigaciones sobre la misma.
Una atención al parto psicológicamente segura
Comprender lo que constituye un entorno psicológicamente seguro para dar a luz requiere escuchar y aprender de las experiencias del parto de las mujeres (3). Los aspectos psicológicos del trabajo de parto y nacimiento tradicionalmente han recibido escasa atención en la planificación de la atención de los servicios de maternidad o en la práctica clínica. Los procesos de trabajo de parto y nacimiento todavía se consideran en gran medida el proceso fisiológico mediante el cual avanza el parto y se evalúan mediante medidas externas, como el nivel de dilatación cervical, lo que requiere que las mujeres se sometan a exámenes vaginales repetidos (4). Además, el partograma de la OMS se basa en estas medidas como la principal evaluación del progreso del trabajo de parto. Este modelo mecanicista del parto está asociado con un enfoque medicalizado y «tecnocrático» de la atención de la maternidad(5). Sin embargo, el parto y nacimiento son mucho más que un proceso mecánico mediante el cual el bebé se transfiere del útero al mundo exterior. También comprenden las adaptaciones fisiológicas y psicológicas que facilitan y optimizan el resultado del parto para la madre y el bebé y que además promueven la salud y el bienestar a largo plazo de ambos al estimular la interacción y el vínculo.
Desde esta perspectiva más amplia, el parto puede entenderse como un evento neuroendocrinológico, orquestado por neurohormonas producidas tanto en la madre como en el feto y que influyen en la función del cerebro y del cuerpo de ambos(6). Desde el inicio de los pródromos del parto hasta el período posparto temprano, tanto la madre como el bebé están expuestos a una cascada neuroquímica muy específicamente organizada. Los procesos neurohormonales influyen en el progreso del trabajo de parto, incluidas las experiencias psicológicas de la madre durante el trabajo de parto y el nacimiento. Esta cascada facilita la reducción del dolor y los niveles de estrés durante y después del parto y estimula la interacción y el vínculo entre la madre y el bebé en el posparto (7).
Las perspectivas sociales y culturales sobre el parto también resultan esclarecedoras (8). Incluyen una amplia variedad de perspectivas y críticas. Por ejemplo, la crítica feminista describe la organización de los servicios y cuidados del parto como un proceso patriarcal y de género que refuerza la inferioridad femenina (9,10). Otros han conceptualizado el parto como un fenómeno institucional influenciado por las relaciones de poder y la dinámica estructural (8). Muchos enfoques enfatizan que se necesita un marco teórico alternativo para promover la humanización en las prácticas de atención al parto (11). Las matronas son reconocidas mundialmente como las profesionales más apropiadas para atender a madres y bebés sanos (12). La continuidad de la atención de matronería ofrece mejores resultados en comparación con otros modelos de atención, incluyendo menos partos prematuros, menor uso de intervenciones y mayor satisfacción materna (13). En algunos países, la atención al parto la brindan otro tipo de profesionales de maternidad, incluyendo enfermeras y obstetras. Las matronas o parteras y muchos profesionales sanitarios de la atención a la maternidad apoyan la atención humanizada, que no excluye el uso de intervenciones médicas cuando sea necesario (14).
En los últimos años, los investigadores han comenzado a estudiar las experiencias de las mujeres en los partos fisiológicos y se han realizado intentos de relacionar las conductas y emociones de las mujeres durante el parto con los procesos neurohormonales, en particular el sistema de estrés (15). Una comprensión más detallada de los mecanismos neurohormonales, incluido el papel de los efectos de la oxitocina en el cerebro, y los efectos paralelos sobre las experiencias de las mujeres durante el trabajo de parto y nacimiento, ayudará a los profesionales sanitarios a satisfacer las necesidades de las mujeres de tener una experiencia psicológicamente segura y positiva (16).
Por todo ello, es necesario un nuevo modelo de atención al parto que integre la comprensión neuroendocrinológica, fisiológica y psicosocial del trabajo de parto y nacimiento y que se base en perspectivas salutogénicas y de promoción de la salud (17). Este enfoque promoverá una experiencia de parto saludable y satisfactoria, no solo para las mujeres, los bebés y sus familias, sino también para los profesionales sanitarios de la atención a la maternidad.
La conclusión del estudio es que al escuchar las experiencias de las mujeres y observarlas durante el parto fisiológico, se pueden identificar los factores que contribuyen a un proceso de parto optimizado, como el bienestar y los sentimientos de seguridad de las madres. Estas observaciones apoyan el papel integrador de la oxitocina endógena en la coordinación de los aspectos neuroendocrinos, psicológicos y fisiológicos del trabajo de parto y el parto, incluida la mediación de la oxitocina. La disminución del dolor, el miedo y el estrés, apoyan la importancia de apoyo individualizado de las matronas durante el trabajo de parto, así como la necesidad de cuidados de matronería que optimicen la función de estos procesos neuroendocrinos incluso cuando son precisas intervenciones en el parto. Esta comprensión del papel crucial que desempeña la oxitocina endógena en el proceso psicológico y neuroendocrinológico del trabajo de parto beneficiará a las mujeres y a sus parejas.