La violencia de género durante el embarazo tiene consecuencias físicas y emocionales para la madre y para su bebé, tanto a corto como a largo plazo.
El número de mujeres asesinadas por violencia de género asciende en este momento a 20 en 2023 y a 1.204 desde 2003. Conocíamos la noticia de última víctima el pasado fin de semana: una mujer de 32 años embarazada de 14 semanas de gemelos era asesinada en Vitoria. Su hija de tres años permaneció más de doce horas junto al cuerpo de la madre hasta que la policía las encontró en la habitación de un apartahotel.
Según la Guía de actuación ante la violencia de género durante el embarazo, editada por Medicus mundo, la violencia de pareja durante el embarazo es más prevalente que muchas de las patologías que puede sufrir la mujer durante este periodo, como son la preeclampsia y la diabetes gestacional. No existen datos a nivel nacional pero la citada organización recopilaba en 2019 datos de la situación en Andalucía con una muestra representativa de 780 mujeres: el 21% de las mujeres sufrieron violencia emocional y el 3,6% violencia física o sexual durante la gestación. Aunque la violencia emocional es la más frecuente, desde Medicus Mundi insisten en que no hay que desdeñar la violencia física por su especial gravedad durante el embarazo. De hecho, apuntan que el 36,1% de las mujeres que reportaron violencia física dijeron que acontecía “muy a menudo” o “diariamente” y el 20,3% la clasificaron como de severidad 3 (hematomas severos, quemaduras o huesos fracturados). Además, tres mujeres informaron que sufrían violencia física en el abdomen.
La violencia durante el embarazo se define como “la violencia física, sexual o psicológica o amenaza de violencia física o sexual ocasionada a una mujer embarazada”. Como bien señalan las autoras de la guía de Medicus Mundi, se considera también la violencia alrededor del embarazo o periembarazo, cuando tiene lugar un tiempo antes de quedarse embarazada, durante el embarazo, en el puerperio o una combinación de estos periodos. Y las características de la violencia durante el embarazo pueden ser distintas según el momento del proceso: embarazo, parto o puerperio.
Sabemos que una de las causas frecuentes de trastornos de salud mental en el embarazo es la violencia de pareja. En aquellas en las que ya hay un historial de conflicto y violencia, el embarazo puede ser un momento de especial recrudecimiento, lo que supone un serio riesgo grave para la salud física y mental de madre y bebé. Entre las consecuencias no están solo los problemas de salud mental, como la ansiedad y la depresión, sino también un mayor riesgo de parto prematuro y de trastornos de desarrollo en el bebé. Por supuesto, la muerte materna es la más grave, bien sea por homicidio o por suicidio o por patologías que derivan de la violencia ejercida sobre ella. Los abortos espontáneos o provocados también son una consecuencia grave.
Desde el Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal insistimos en que todos los profesionales sanitarios que atienden embarazadas deben tener en cuenta la violencia de género. Las consultas derivadas de las revisiones del embarazo son un momento clave para detectar este tipo de violencia. Si bien en algunas comunidades autónomas como Cataluña o Valencia existe un protocolo de cribado sistemático de VG, esto no ocurre en todos los lugares. Además, como las propias matronas cuentan, pese a que tener un cribado es positivo, después la ley no siempre las acompaña. Necesitamos pues, una mayor y mejor de todos los profesionales en contacto con madres, bebés y familias, para que sepan utilizar las guías de actuación y cuenten con herramientas de atención, pero también necesitamos un mayor compromiso político y social para poner fin a la violencia contra las mujeres.
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