El psicólogo Máximo Peña aboga por formación específica para los padres como acompañantes para poder ofrecer el apoyo emocional adecuado a la díada durante el parto.
Por Diana Oliver
@diana_oliver
Pocos eventos más transcendentales que el parto y el nacimiento. Cómo suceda, y cómo se acompañe, marcará profundamente el resto de nuestras vidas. Si bien aquí las y los profesionales sanitarios, así como el acceso a información clara para poder decidir, condicionan enormemente el proceso, también lo harán otros factores como las propias vivencias previas, la salud física y emocional de la madre o el apoyo de la persona acompañante.
Quizás sea este último, el apoyo de la persona acompañante, que en la mayoría de casos en Occidente suele ser el padre, sea uno de los aspectos en los que menos se ha profundizado. Para Máximo Peña, psicólogo y autor de Paternidad aquí y ahora (ARPA), que participará el próximo 25 de abril como docente en el Seminario Psicología del Parto y Nacimiento, es crucial poner atención en el apoyo de la pareja para una experiencia positiva de parto. “Todas las investigaciones señalan que el apoyo emocional de la parturienta, al favorecer los procesos fisiológicos y los sentimientos de control y confianza, es una de las claves para que las mujeres tengan una experiencia de parto positiva”, dice. Para ello, considera que “la mejor forma de acompañar el proceso es desde una presencia consciente, atenta y respetuosa, evitando en todo momento las tres ces prohibidas en un buen acompañamiento: controlar, criticar o culpar”.
Peña aboga por formación específica para los padres como acompañantes, y menciona en esta entrevista algunas recomendaciones prácticas que suele ofrecer a los padres en consulta para poder ofrecer apoyo emocional a la madre.
PREGUNTA: ¿De qué formas pueden los padres pueden apoyar emocionalmente a sus parejas durante el parto?
RESPUESTA: Todas las investigaciones señalan que el apoyo emocional de la parturienta, al favorecer los procesos fisiológicos y los sentimientos de control y confianza, es una de las claves para que las mujeres tengan una experiencia de parto positiva. En este sentido, la mejor forma de acompañar el proceso es desde una presencia consciente, atenta y respetuosa, evitando en todo momento las tres ces prohibidas en un buen acompañamiento: controlar, criticar o culpar.
P: ¿Qué papel desempeña el padre durante el proceso de toma de decisiones durante el parto? ¿Cuál es su papel si surgen complicaciones o decisiones médicas importantes?
R: Las decisiones deben ser tomadas por la mujer, siempre que ella esté en condiciones de hacerlo. Si ese no es el caso, le tocará hacerlo al padre, respetando en todo momento los deseos previos expresados por la madre, y atendiendo a las siguientes preguntas que pueden servir como guía de acción ante cualquier intervención médica:
¿Qué beneficios aportará? ¿Cuáles son los riesgos? ¿Existen alternativas? ¿Qué pasa si no hacemos nada? ¿Hay que hacerlo ahora?
P: ¿Debe un padre prepararse previamente de alguna forma para estar presente y apoyar durante el parto?
R: En la mayoría de los estudios científicos sobre esta materia muchos padres refieren que las clases tradicionales de preparación al parto a las que asistieron, aunque útiles en otros aspectos, no les sirvieron en su labor de apoyo durante el nacimiento. Si en Occidente en torno al 90 % de los padres asisten como acompañantes en los partos de sus mujeres, deberíamos plantearnos la necesidad de que reciban una formación específica. Acompañar el dolor de una persona no es tarea fácil, mucho más si esa persona es un ser querido, en una situación límite. Más aún: si no se cuenta con las herramientas personales suficientes es preferible dejar el sitio a la persona que la embarazada elija.
P: Michel Odent aboga por un enfoque centrado en la mujer durante el parto, enfatizando la importancia de crear un ambiente tranquilo y seguro para facilitar el proceso de parto, y para ello quita del escenario al padre. ¿Qué opinas de esta propuesta?
R: Michel Odent, a quien tanto debemos todas las personas que abogamos por partos y nacimientos respetados y amorosos, creo que comete una generalización excesiva al pretender que los padres o las parejas masculinas deban estar fuera del paritorio. Pero sus advertencias sobre la presencia del hombre como un obstáculo durante el parto, sobre todo por la propensión a subir la adrenalina de la mujer, pueden ser de utilidad para valorar la conveniencia de que los acompañantes reciban formación específica que les capacite para una labor compleja como el acompañamiento para la que no todas las personas están capacitadas.
P: Y en el caso de una pareja formada por dos mujeres, ¿podemos pensar que todo esto es igual que cuando el padre?
R: No creo que cambien mucho las cosas: la protagonista del parto es la parturienta y su bebé, y la persona acompañante, más allá del sexo, del género o de la relación que tenga con la madre, debe atender a los mismos principios: estar al servicio de las necesidades de la mujer que da a luz, evitando subirle la adrenalina.
P: ¿Qué consejos prácticos sueles ofrecer a los padres en consulta para que se sientan “útiles” durante el proceso de parto?
R: El rol que asumen los hombres como acompañantes durante el parto depende fundamentalmente del papel que la mujer quiera otorgarle, de acuerdo con sus preferencias y necesidades, y con los deseos y capacidades del hombre. Partiendo de esta perspectiva, antes del parto es conveniente informarse, como mínimo, sobre fisiología del parto y acerca de los protocolos de atención médica en el lugar de elección. También es muy recomendable que el hombre se haga responsable de todos los aspectos prácticos y de la vida doméstica, propios de cada pareja, que le permitan a la mujer desconectar de todo aquello que no sea su trabajo de parto, incluyendo servir de barrera de contención ante las respectivas familias.
Durante el parto, no es necesario preguntar cada cinco minutos cómo se sienten ni intentar distraerlas de las contracciones con conversaciones intrascendentes. Los estados de ánimo y las emociones tienen el poder de contagiarse, así que un acompañante que sepa estar presente, con atención y amabilidad, siempre dispuesto a colaborar, puede ser de gran ayuda. Los masajes tienen el potencial de fortalecer la liberación de oxitocina, disminuyendo los niveles de miedo, estrés y dolor. Pero, incluso, llegado el caso, sentirse inútil y aceptarlo no está mal, si eso es lo mejor para la mujer y el bebé.
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