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Desde Madagascar, formándome en Salud Mental Perinatal

Por Zoe Galinsoga

Queridas compañeras*,

Me encantaría conoceros una a una o uno y con calma, y difrutar de los seminarios presencialmente. Siento que esta profesión tiene mucho de compartir, de dar tiempo para explorar y sentir juntas.
La manera en como lo estoy haciendo me encanta también, y lo quería compartir con vosotras.
Mientras hacemos esta formación, estoy viajado por el mundo. Es un sueño con mi pareja Maarten que nos ha llevado a explorar Africa durante nueve meses, y ya hace cinco que estamos en ello. Bueno, hemos estado primero en Palestina, visitando un proyecto y ayudando. Ahora y desde hace dos meses, estamos en Madagascar!
Este viaje me ayuda a ver los temas que trabajamos, las tareas y foro desde muchos puntos de vista y me invita a apreciar, reflexionar, observar… las diferencias entre las culturas y maneras de vivir el embarazo, el parto, la muerte, entre nuestra cultura occidental y las múltiples que voy vivistando. Esta formación esta siendo increíblemente interesante y completa.
Intento pasar tanto tiempo como puedo cerca de las mujeres embarazadas. No siempre es fácil, no hablamos el mismo idioma, y a veces solo estamos en silencio juntas, en su casa, mirándonos a los ojos y sonriendo de oreja a oreja 🙂
Os quiero contar una historia que me ha pasado con el pasado seminario sobre la muerte perinatal y el duelo, que me ha sorprendido mucho!
Estaba viviendo en un pueblito que se llama Betania en la costa oeste de Madagascar. Este seminario tan interesante, lo he tenido que ver a sorbitos y en diferido. La primera parte la vi en la pequeña ciudad, al lado del pueblito donde habitaba, donde no hay ni luz eléctrica ni agua corriente, en cuanto se hace de noche, también en la ciudad se acaba la electricidad.
Estaba esta ciudad, Morondava, super fascinada con el contenido, cuando empezó a oscurecer y se acabó la conexión. A desgana lo tuve que dejar para que no se me escapara la última piragua que me llevaba de regreso al pueblito de Betania.
En la orilla, esperado la piragua, había también una mujer joven. Cuando estabamos en el agua, despues de un silecio, la mujer me empezó a explicar así de repente, en un francés sencillo: «Yo hace unos meses estaba embarazada. De tanto cargar el agua, me dolía la espalda, así es que fuí al hospital y ‘me lo tuvieron que quitar’.  Ahora bebo mucho, por que no puedo parar de pensar en mi bebé y me pongo muy triste, yo se que no es bueno que lo haga, pero estoy muy triste y por eso bebo…»
Yo por una parte estaba alucinada de como la mujer me hablaba tan sinceramente del tema que justo acababa de recibir, y por otro lado, me encontré escuchándola y hablándole de un modo nuevo, como si la información ya hubiera entrado un poco en mi!  Ahora la escuchaba con mucha mas empatía y comprensión, sin querer negar su dolor, ni darle demasiado énfasis a lo malo del alcohol, sino abrazando su tristeza para ayudarla a sanar. Con tiempo, nos quedamos juntas en la otra orilla hablando hasta que era tan oscuro que no nos veíamos las caras.
Fue muy bonito. Lo importante para mí fué que ella me compartiera su historia.
Este relato ha sido solo una anécdota. Y ahora, a propósito del pasado seminario, (perdón a las compañeras nuevas que no lo han hecho, voy un poco atrasada por las condiciones del país, pero por otro lado os lo recomiendo encarecidamente para el año que viene si podeis!)  me gustaría compartir algunas dudas y reflexiones:
En Madagascar hay muchas creencias, las llaman «fady», y son como «verdades» que comparte la población. Atañen a muchos temas de la vida cotidiana, y son tan variados como el mundo de las cosas, de la convivencia con la naturaleza, de las relaciones con los ancestros… Estas creencias estan muy arraigadas y tienen mucha fuerza.
Una de ellas es especialmente importante para mi, y es que las mujeres malagaches, en ciertas areas del país, creen que no pueden hablar de su embarazo ni de su bebé, especialmente durante los últimos meses, porque al hacerlo el bebé moriría.
A mi me resulta como una puerta hermética cerrada, y me da angustia no poder compartir ni ayudar más. Por otro lado, pienso que si realmente estos «fady» tienen tanta fuerza, puede ser causa de un gran estrés ponerlos «en tela de juicio». Por lo que he entendido, hace falta un tratamiento previo de estas creencias primero como comunidad, para poco a poco ir hablándolo directamente con las mujeres embarazadas.
Sería un proceso lento, que claramente no voy a poder presenciar, pero ¿tenéis alguna experiencia previa similar? Como os relacionais con las creencias religiosas o espirituales que dificultan el hablar de la salud femenina? Pienso que hay que tratarlas con mucho cuidado y respeto, por otro lado, me encantaría descubrir alguna «puerta» 🙂
Me encantaría leer vuestros pensamientos.  !Muchas gracias por leer y por compartir. Disfruto mucho leyendos, y me encantaría que nos encontraramos algun día.
Por cierto, en este Blog pronto iré publicando cositas sobre Madagascar, si os apetece mirarlo 😉 www.heartinhands.org
Muchos besos!
* Siempre utilizo el genérico femenino y es por una simple razón; las interlocutoras a las que me dirijo son «personas» y no «hombres» ;-P   Espero que los hombres comprendan que estan incuidisimos 🙂
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