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Acompañamiento prequirúrgico a menores hasta sedación

Por David Seguí, padre de 2 hijas, Psicólogo Clínico en el Servicio Andaluz de Salud y docente del IESMP

La apuesta por una atención integral y holística a nivel sanitario, en donde no solo la salud física sea tenida en cuenta sino también los factores emocionales y afectivos de las personas atendidas, es una cuestión fundamental y transversal en el desarrollo de todos los planes actuales de salud y procesos asistenciales tanto a nivel global como comunitario. “No hay salud sin salud mental” es un lema de especial vigencia y contundente en la comprensión de la salud como un fenómeno complejo e interdependiente en todos sus niveles, enfatizándose el factor psicológico como base de nuestro bienestar.

Cuando hablamos y nos remitimos a enfermedades pediátricas graves que requieren su paso reiterado por quirófano para tratamiento, o intervenciones quirúrgicas de especial relevancia en menores de edad, el impacto emocional que se produce hace que esta población deba ser especialmente tenida en cuenta por su vulnerabilidad y proyecto vital en construcción. Cuanto menor es la edad mayor requerimiento de protección de su desarrollo psicoemocional, siendo necesarios unos cuidados y una atención exquisita por la fragilidad, dependencia y proceso madurativo de su psiquismo. En consonancia con la literatura científica en materia de salud mental perinatal y del desarrollo psicológico, especialmente durante los tres primeros años, la creación de un vínculo afectivo seguro puede verse afectado o interferido cuando las separaciones son frecuentes o dramáticas, no teniendo el menor capacidad cognitiva suficiente para la comprensión de su realidad y vivencia e interpretándose por tanto como situaciones de “abandono”.

Sin duda alguna todos los niños y niñas elegirían la compañía de su madre o padre (excepto en escasísimas situaciones de riesgo en donde puede haber una relación conflictiva y perjudicial del menor con sus progenitores u otros familiares) para calmar los miedos y angustias que se derivan de intervenciones y procedimientos médicos en sus tratamientos invasivos y hospitalizaciones. Como es bien sabido a nivel empírico, el mayor apoyo social y amortiguador del estrés para los niños y niñas enfermos y hospitalizados es estar rodeado de sus seres queridos, especialmente de su familia y, fundamentalmente, junto a la figura afectiva de referencia con quien ha configurado y establecido un importante vínculo emocional, aportándole tranquilidad, consuelo y seguridad en uno de los momentos más difíciles de su vida. La importancia del apego o vínculo materno-filial en las primeras etapas del desarrollo, y de la familia nuclear como lugar seguro en estadios posteriores, hace que la cercanía y el acompañamiento en los procesos médicos e intervenciones, siempre y cuando sean posibles, sea una acción prioritaria y un profundo acto de humanización a promover por los centros sanitarios y hospitales de nuestro entorno.

Los niveles de ansiedad, miedo o estrés prequirúrgico en población pediátrica han sido bien descritos y documentados en la bibliografía científica, siendo muchos los estudios que lo describen y avalan, hablándose incluso de una peor respuesta post-operatoria y durante la recuperación. Tras el momento de la separación de sus padres y pasar a quirófano, según señalan algunos estudios, se ha visto con frecuencia el desencadenamiento de grados variables de estrés y ansiedad, con manifestaciones de temor extremo, agitación, ataques de pánico, llanto intenso e intenciones de huida que condicionan una sedación “forzada” con peor calidad de inducción anestésica y aumento de riesgos colaterales.

Humanizar por tanto se entiende como un compromiso ético con y por los ciudadanos, pacientes y familiares, en donde su participación y escucha activa sea prioritaria y facilitadora de cambios institucionales. Pero si además atendemos a lo recogido en el marco de la estrategia de seguridad del paciente de nuestro sistema sanitario, éste redunda en proponer líneas de acción dirigidas a disminuir la incidencia de daños innecesarios en el marco de una atención de calidad, entendiéndose la salud a nivel integral o biopsicosocial.

Desde el Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal, queremos hacer eco a la plataforma “Mejor Acompáñame”, promovida por familias aragonesas para solicitar una modificación en los protocolos del Hospital Materno-Infantil Miguel Servet de Zaragoza. Su objetivo es lograr que los menores sometidos a intervenciones quirúrgicas bajo anestesia general estén acompañados por un familiar hasta la sedación y desde el momento en que estén listos para despertar.

Para ello, han creado una web donde poder descargar un modelo de queja como particular y presentarlo posteriormente, por registro o una declaración para adherirte como asociación o colectivo y así mostrar tu apoyo.

Además, en esta web, se pueden encontrar testimonios, evidencia científica y jurídica para profundizar sobre este tema. Animamos a todas nuestras comunidades de alumnas, en su mayoría profesionales comprometidas con la humanización de la atención sanitaria, a sumarse a esta y otras iniciativas similares.

 

Fotografía de David Seguí


David Seguí, Psicólogo Clínico del Servicio Andaluz de Salud desde 2007, padre de 2 maravillosas hijas. En el camino de poder acoger y abrazar una paternidad cada vez más presente y entrañable, atravesado por esta experiencia transformadora y revolucionaria de la perinatalidad y la crianza a nivel personal y político.