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El primer encuentro: ¡no hay ninguna prisa! Sobre la sabiduría del gesto espontáneo

Por Beatrijs Smoulders
Por fin el parto ha terminado y la madre ya puede tender los brazos para abrazar a su bebé. No hay nada que pueda compararse a la primera toma de contacto con el bebé después de haber pujado con sangre, sudor y lágrimas para expulsar su cabeza, a la que sigue el cuerpo con una rapidez inesperada. En ese momento la madre siente contra su cuerpo el cálido y húmedo cuerpo de su bebé en el vientre o pechos, y los brazos le abrazan de forma irresistible. Todo lo que ella hace va encaminado a sentirlo, verlo, oirlo.  ¿Como será su vocecita? ¿Como huele?  A partir de entonces ocurre algo especial que se ha venido preparando durante todo el embarazo. Se produce una reacción química que podría compararse tal vez con el inicio de un intenso enamoramiento. La madre y su recién nacido se aman como si fuera amantes, se miran todo el tiempo, se abrazan y se acarician. Sin pensar, acuden continuamente a los labios palabras de cariño que provocan placer en ambos. Lo fabuloso es que de pronto todo el dolor ha desaparecido.

«Su cara me pareció maravillosa, ya con su propio perfil. Era toda una persona. Se movía y hacía ruidos. Oir por primera vez la voz de mi hija fué algo especial. Acostumbraba a mover mucho las manos y los pies dentro de mi vientre, y eso mismo hizo en cuanto nació. Esa cara, la natiz, los ojos, ¡su expresión! Y sobre todo su voz … Todo eso me hizo sentir madre».

Tomarse el tiempo para el primer encuentro
Felicidad 42 copiaCuando se da a luz en una posición libre (de pié, a cuatro patas, de lado …) la madre ve a su bebé salir de entre las piernas y caer en una almohada o en una prenda de ropa suave. Primero lo contempla, luego lo acaricia y solo lo coge en el momento en que está lista para ello. Muchas mujeres prefieren reponerse primero de la tremenda intensidad y proeza vísica vivida, dedicar unos instantes a recuperarse de los temblores y jadeos. Solo entonces se puede ocupar de su criatura.  Cuando la madre escucha el primer llanto y sabe que su bebé está vivo, siente una gran sensación de alivio a la que a menudo sigue un breve estallido emocional de pena, mezclado con emoción y alegría, semejante a la que se tiene después de un orgasmo. Solo entonces quieren ver a su bebé y comprobar como está. Algunas quieren tenerlo en brazos de inmediato, otras, en cambio, primero tienen que acostumbrarse. Todo va bien, por fin ha llegado la calma. El tiempo parece haberse detenido. Son momentos mudos de sorpresa y asombro.

«»Lo cierto es que la niña lloraba mucho. Entonces volvió sus grandes ojos claros hacia mí. Aquella mirada encantadora me llegó al alma. Dejé de ver u oir nada. Al cabo de media hora empezó a lamer, abrir la boca y buscarme el pezón. Entonces de pronto se me prendió al pecho, así, de una vez. Me pregunté si acababa de dar a luz a una niña prodigio».

En forma y en guardia
Después de parir, el dolor desaparece. De hecho, las hormonas de la felicidad, con su carga de morfina, se mantienen en el cuerpo por un tiempo (si no se han administrado medicamentos). Durante el periodo expulsivo e inmediatamente después del alumbramiento, el cuerpo recibe una descarga de hormonas cargadas de adrenalina en el riego sanguíneo. Para su asombro, por muy cansada que la madre se haya encontrado en la fase final del parto, tras dar a luz se siente de pronto en forma y en guardia. Esto hace que las primeras horas queden grabadas para siempre en la memoria. También el bebé se encuentra alerta inmediatamente después de nacer. A causa de las contracciones y el paso por el canal del parto llega al mundo con un cóctel muy especial de hormonas. Al circular por la sangre, todos los órganos, también el cerebro, están impregnados al máximo con ellas. Esta actitud de alerta es necesaria para realizar la enorme adaptación de la transición del útero al mundo exterior permite el buen funcionamiento de los pulmones y el corazón, del centro de respiración ubicado en el cerebro, el corazón y los riñones. Todo se orienta hacia la supervivencia, aún en caso de falta de oxígeno. En este sentido, todas las impresiones que recibe inmediatamente tras el nacimiento ejercen una inmensa influencia en él. Precisamente porque en esta primera hora tras el parto el bebé está tan abierto a todo tipo de impresiones, es de gran importancia que la madre pueda estar tranquila con él sin ser molestada.
Beatrijs Smoulders
Matrona
 

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