Cuando la mujer tiene la posibilidad de parir con sus propias hormonas en un entorno favorable, el parto es una experiencia extra-ordinaria, una experiencia cumbre no comparable a ninguna otra
Por Ibone Olza
¿Por qué el parto tiene semejante intensidad psíquica? ¿Por qué las hormonas que lo dirigen son las mismas que producen la vivencia amorosa? El amor entre madres e hijos o hijas, el amor como base de todo el desarrollo social y comunitario que ha permitido el fabuloso desarrollo cerebral que produce el lenguaje y la inteligencia humana.
La evolución ha seleccionado o priorizado el amor como clave para la supervivencia de nuestra especie. Dicho de otra manera: ha sido perfeccionando nuestra capacidad de amar como hemos logrado desarrollar el cerebro y la inteligencia social. El amor y la sociabilidad, la cooperación y el placer, todo está ahí, manifestado en el parto, incluso el amor a la naturaleza y la necesidad de cuidarla.
En los últimos años el parto y el nacimiento están siendo analizados con nuevas miradas y perspectivas, no exclusivamente obstétricas. Desde la filosofía y la antropología hasta la arquitectura, el derecho, la economía y las neurociencias. En el centro del debate, no están solo las cifras sobre cesáreas o epidurales, también las reflexiones sobre el papel social de las madres, la transformación que viven la medicina y la obstetricia en la encrucijada entre la tecnología y la irrupción de nuevas generaciones de usuarias que reclaman ser protagonistas de sus cuidados. Igualmente, el debate entre matronas y obstetras sobre la atención al parto “normal” y los lugares en que ofrecer dicha atención continua mientras persisten las dramáticas cifras de mortalidad perinatal en algunos países del mundo y en otros se comienza a legislar en torno al novedoso y revelador concepto de violencia obstétrica.
«Probemos a ver el parto como un viaje, un destino que conlleva uno o varios premios, una oportunidad única de transitar nuestros cuerpos y conciencias. Comprender todo lo que conlleva y moviliza un parto a todos los niveles facilita además que el resultado sea óptimo y saludable, no sólo a corto plazo sino también a largo. Ampliemos la mirada sobre el parto.»
«cuando nos ponemos a observar desde la neurobiología cómo es el escenario neuroquímico del cerebro en el parto todo lo que nos encontramos son hormonas del amor a raudales que promueven el placer y el bienestar inmediatamente. Lo que ha previsto la naturaleza es que el parto sea dirigido por sustancias producidas en el cerebro de la madre principalmente, aunque también en el del bebé, que hacen que en condiciones ideales nada más nacer la madre esté en un peculiar e irrepetible estado de conciencia en el que todo lo que suceda va a quedar profundamente grabado y en el que lo más fácil es que sienta fascinación y ternura o amor por esa criatura que acaba de salir (mejor que ser expulsada) de su vientre».
La naturaleza ha primado que parir sea tremendamente intenso, y que en el primer encuentro madre y bebe vivan algo parecido a un flechazo, sobre todo para que la madre desee estar cerca de su bebé durante la mayor parte de los siguientes meses e incluso años. No solo la madre, probablemente las personas presentes en el parto también se impregnan de alguna manera aún poco estudiada de esas hormonas del vínculo, lo que hará que puedan cuidar con más facilidad de ese bebé.
Del parto se puede salir empoderada, cual leona lista a proteger a sus cachorros. Ese poderío está previsto en nuestra naturaleza para facilitar la maternidad y la crianza. Pero también puede ser lo contrario, la vulnerabilidad extrema que vivimos en el parto hace que sea un momento extremadamente delicado, con riesgo de salir muy dañada, herida, rota. El parto tiene un enorme impacto, no solo corporal, también existencial. Tendremos que preguntarnos por qué muchas mujeres tienen vivencias transcendentales o místicas, de conexión con la naturaleza o la madre tierra cuando están de parto. Por qué hay madres que durante el parto piensan en todas las mujeres que están dando a luz en ese mismo momento a lo largo y ancho del planeta o porqué otras justo antes de parir expresan que “entonces sentí que lo entendía todo, aunque ahora no recuerde que era todo»»
Ibone Olza
Extractado del libro Parir
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