Por Kerstyn Uvnäs-Moberg
Para el observador, el efecto más destacable en la madre lactante es la serenidad. Esta tranquilidad puede evaluarse tanto en los humanos como en las ratas de laboratorio. La lactancia provoca la reducción de la tensión arterial y de la tasa de hormonas del estrés (cortisol) en sangre, lo que indica la disminución de la actividad del sistema nervioso simpático y de las glándulas suprarrenales. La rata que amamanta responde a los estímulos estresantes con una tasa reducida de cortisol. Cuanta más oxitocina tiene la rata en su sistema, más duradero su estado de tranquilidad.
Las mediciones de la actividad cerebral en las hembras lactantes muestran que son muchas las que duermen mientras dan de mamar. Esto también es así en las mujeres, sobre todo cuando dan de mamar por la noche. El estado de calma profundo está estrechamente relacionado con la lactancia.
Estos cambios fisiológicos no son de corta duración, sino que persisten durante todo el periodo de la lactancia. Algunas mujeres reaccionan de manera diferente, pero la mayoría están más serenas y en armonía con su entorno. Las ratas lactantes son también menos susceptibles a la perturbación.
Durante la lactancia, muchas mujeres anhelan una vida más tranquila. Las tareas que parecían importantes bajan posiciones en la lista de prioridades. Las madres están a gusto en un entorno apacible y en su contexto familiar. En general, no les aburre dar de mamar u ocuparse de sus hijos; el tiempo no se les hace largo, ya que tienen menos necesidad de distracción que antes. En el curso de mis investigaciones, las madres cuyo comportamiento cambiaba más eran las que tenían mayor nivel de oxitocina en la sangre. El número de pulsaciones de oxitocina en cada sesión de lactancia repercute no sólo en la cantidad de leche producida, sino también en el estado de serenidad de la madre.
La oxitocina dispone de dos vías de distribución: la sangre y los nervios. La oxitocina puede, excepcionalmente «desbordar» de un sistema a otro cuando las dosis son muy altas. Creo, por tanto, que, durante la lactancia, además de un nivel elevado de oxitocina en sangre, aumenta también el nivel de esta sustancia en el sistema nervioso. Puesto que la oxitocina en el cerebro (así pues, de origen nervioso) genera calma y distensión, mis colegas y yo misma llegamos a la conclusión de que estas modificaciones en el comportamiento se deben al aumento de la oxitocina liberada en el mismo cerebro. Hemos podido demostrar también la relación entre una tasa alta y persistente de oxitocina en sangre y un comportamiento tranquilo, un deseo de aislamiento y una menor necesidad de movimiento y novedad a nuestro alrededor.
Kerstin Uvnäs Moberg
Texto extraído de «Oxitocina, la hormona del, amor, la calma y la sanación».
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Oxitocina, neurobiologia de la maternidad y el apego