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Cómo las culturas protegen a las nuevas madres

Kathleen Kendall-Tackett examina cómo otras culturas cuidan el bienestar de las nuevas madres.
 

¿No es extraño que nuestra cultura preste tanta atención al parto -totalmente basada en la ansiedad y el miedo- y tan poca al momento crucial después del nacimiento, cuando se establecen los patrones que afectarán al individuo y a la familia durante décadas?

Suzanne Arms

Como ciudadanos de una nación industrializada, a menudo actuamos como si no tuviéramos nada que aprender de los países en desarrollo. Sin embargo, muchas de estas culturas están haciendo cosas de forma extraordinaria, especialmente lo que respecta a cómo cuidar a las nuevas madres. En su clásico estudio, Stern y Kruckman (1983) presentan una crítica antropológica de la literatura científica. Encontraron que en las culturas que estudiaron, los trastornos posparto, incluidos los «baby blues», eran prácticamente inexistentes. Por el contrario, entre el 50% y el 85% de las madres recién paridas en los países industrializados experimentaban el «baby blues», y entre el 15% y el 25% (o más) experimentaban depresión posparto.
 

Ken Tackett

¿Qué es lo que hace la diferencia?

Stern y Kruckman observaron que las culturas que tenían una baja incidencia de trastornos posparto del estado de ánimo tenían rituales que brindaban apoyo y atención a las nuevas madres. Estas culturas, aunque bastante diferentes entre sí, todas compartían

5 estructuras sociales protectoras:

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  • Un período de postparto distinto. En estas otras culturas, el período de posparto se reconoce como una etapa diferente a la vida normal. Es un momento en que se asume que la madre debe recuperarse. Sus actividades son limitadas y sus familiares la cuidan. Este tipo de cuidados también eran comunes en la América colonial, cuando se refería al postparto como el período «de reposo». Este período funcionaba como un tiempo de «aprendizaje», donde madres con más experiencia ayudaban y guiaban a la nueva madre.
  • Medidas de protección que responden a la especial sensibilidad de la nueva madre. Durante el período de posparto, las nuevas madres son reconocidas como especialmente vulnerables. Baños rituales, avado del cabello, masajes, el fajado del abdomen y otros tipos de cuidado personal destacan en los rituales de posparto de la Guatemala rural, de mujeres mayas en Yucatán, de mujeres latinas tanto en los Estados Unidos como en México. Estos rituales también hacen del período de posparto un tiempo distinto a otros momentos de la vida de las mujeres.
  • Reclusión social y descanso obligatorio. El posparto es un momento para que la madre descanse, recupere fuerzas y ​​cuide al bebé. La práctica generalizada del aislamiento social para las nuevas madres está relacionada con el concepto de vulnerabilidad. Por ejemplo, en el Punjab, las mujeres y sus bebés están aisladas de todo el mundo excepto de las mujeres de su familia y sus parteras durante cinco días. Se dice que la reclusión promueve la lactancia materna y limita las actividades normales de la mujer. En contraste, de las madres estadounidenses se suele esperar que entretengan a otros, incluso durante su estancia en el hospital. Una vez que llegan a casa, esta práctica continúa, ya que a menudo se espera que entretengan a familiares y amigos que vienen a visitar al bebé.
  • Asistencia logística: Para que la reclusión y el descanso obligatorio ocurran, las madres deben ser liberadas de su carga de trabajo normal. En estas culturas, a las mujeres se les proporciona a alguien que cuide de los niños mayores y realice sus tareas domésticas. Al igual que en el período colonial en los Estados Unidos, las mujeres a menudo regresan a los hogares de sus familias de origen para asegurarse que se brinde este tipo de asistencia.
  • Reconocimiento social de su nuevo rol y estado. En las culturas estudiadas por Stern y Kruckman, se prestaba mucha atención personal a la madre. En China y Nepal, se presta muy poca atención al embarazo; y mucho más después del nacimiento del bebé. Esto se ha descrito como «mothering the mother»(cuidar de la madre). Por ejemplo, el estatus de la nueva madre se reconoce a través de rituales y regalos. En la cultura Punjabi, hay una «ceremonia de salida», que incluye baños rituales y lavado de cabello realizados por la partera, y una comida ceremonial preparada por un brahmán. Cuando la madre regresa con la familia de su esposo, lo hace con muchos regalos que se le han dado para ella y para el bebé.Lo que aparece a continuación es una descripción de un ritual posparto realizado por los Chagga de Uganda. Difiere bastante de lo que puedan experimentar las madres en los países industrializados. 

Tres meses después del nacimiento de su hijo, la cabeza de la mujer Chagga es afeitada y coronada con una tiara, se viste con una prenda de piel antigua trabajada con piedras, se pone en su mano un báculo como los que usan los ancianos, y sale de su choza para su primera aparición pública con su bebé. Avanzando lentamente hacia el mercado, son recibidos con canciones como las que se cantan a los guerreros que regresan de la batalla. Ella y su bebé han sobrevivido a las semanas de peligro. El niño ya no es vulnerable, sino un bebé que ha aprendido lo que significa el amor, ha sonreído sus primeras sonrisas, y ya está listo para aprender sobre el mundo exterior (Dunham, 1992; p. 148)

Ken Tackett

Qué experimentan las madres estadounidenses

Por el contrario, las madres estadounidenses a menudo descubren que las personas están más preocupadas por ellas antes del nacimiento que después. Cuando una mujer está embarazada, las personas se ofrecen a ayudarle a llevar cosas o abrir puertas o preguntan cómo se siente. Sus amigos le darán un baby shower, donde recibirá apoyo emocional y regalos para su bebé. Hay clases prenatales y controles prenatales, y muchas personas desean conocer los detalles de su experiencia diaria.

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Sin embargo, después de tener a su bebé, el apoyo a la madre desciende rápidamente. Lo normal es que la madre sea dada de alta en el hospital de 24 a 48 horas después de un parto vaginal, o de 2 a 4 días después de una cesárea. Ella puede tener o no tener a alguien para ayudarla en el hogar; es probable que nadie en el hospital haya preguntado. Es probable que su pareja vuelva a trabajar en una semana y ella se quede sola para asegurarse de tener lo suficiente para comer, para aprender a amamantar y para recuperarse del parto. La mayoría de las personas que le prestaron atención durante su embarazo ya no están allí, y las que sí siguen a menudo están más interesadas en el bebé. Existe el entendimiento tácito, y a veces explícito, de que ella no debe «molestar» a sus cuidadores médicos a menos que haya un motivo médico, y debe esperar para hablar con su doctor hasta el chequeo posparto de las seis semanas. Probablemente haya recursos en su comunidad que puedan prestarle ayuda, pero no tiene idea de dónde están, y se siente demasiado abrumada para buscarlos por sí misma. Así que debe valerse por sí misma lo mejor que pueda.

¿Es de extrañar que muchas mujeres encuentren el período de posparto extremadamente estresante? Un libro popular escrito para madres primerizas (Eisenberg, et al., 1989) describe esta transición como «la Cenicienta inversa: la princesa embarazada se ha convertido en la campesina del posparto». (p.566).

Aquí hay algunos comentarios que madres han compartido conmigo.

«Sentí que no importaba»

«Sentí que no estaban interesados ​​en mí después de tener a mi bebé. Mi esposo dijo: ‘Por supuesto que no les interesa. Has tenido a tu bebé'».

«Después del parto, varias personas me dijeron que lo más importante era que tenía un bebé sano. Sí, eso es importante. Pero ¿qué hay de mí? Nadie presta atención al hecho de que has tenido una cirugía mayor. Habrían prestado más atención si me hubieran operado de apendicitis.»

Como cultura, lamentablemente hemos descuidado las necesidades de las nuevas madres. Pero esto no siempre fue así. Históricamente reconocimos la importancia de una comunidad de mujeres que ayudaban a las mujeres, que proporcionaban esta asistencia práctica y emocional tan necesaria. Al hacerlo, ofrecieron una oportunidad para que las mujeres posparto se recuperaran y asimilaran el gran cambio que había tenido lugar en sus vidas. Es probable que pasen muchos años antes de que se realicen esfuerzos organizados para brindar atención a las nuevas madres. La buena noticia es que ha comenzado un movimiento de base que busca satisfacer las necesidades de las mujeres en posparto.
La palabra «doula» -de la palabra griega que significaba sirviente- se está convirtiendo en parte de nuestro vocabulario. Una doula de posparto es alguien que cuida a las mujeres en posparto brindando asistencia práctica y emocional (Lim, 1995; Webber, 1992). Los amigos, la familia o la pareja de una mujer pueden ser doulas. O las mujeres en algunas comunidades pueden contratar una doula profesional. En cualquier caso, el movimiento de doula responde a la falta de atención al postparto disponible por los proveedores tradicionales de cuidado.
En los siguientes párrafos, la doula Salle Webber describe cómo cuida a las nuevas madres y los tipos de apoyo y asistencia que éstas necesitan.

«En mi trabajo como doula, mi atención se centra en la madre. Deseo brindar lo que sea que ella necesite para sentirse cómoda, nutrida, relajada y apreciada: para facilitar una transición armoniosa tanto para la madre como para el niño en esos profundos primeros días y semanas después del nacimiento.»

«Una madre necesita a alguien que le importe cuántas veces se despertó el bebé para amamantar en la noche, cuántos pañales se cambiaron, cómo se sienten sus senos. Es posible que necesite que le den un masaje en la espalda o que le cambien las sábanas, o puede necesitar a alguien que le proporcione abundantes cantidades de agua o té, que deje ensaladas preparadas en el refrigerador y un tazón con fruta cortada. Ella necesita poder quejarse de lo poco que su pareja entiende lo que está pasando, y tal vez, algunos recuerdos amables de todo lo que ha hecho. Ella necesita a alguien que sostenga al bebé para que pueda ducharse o incluso ir al baño; alguien para contestar el teléfono cuando está durmiendo la siesta; alguien para regar sus plantas o el jardín, para limpiar la cocina y el baño, para mantenerse al tanto de la ropa de la familia. Puede tener muchas preguntas e inquietudes que solo una madre con experiencia puede entender. Ella necesita paciencia y palabras amables, y un ambiente limpio y tranquilo (Webber, 1992, p.17)

Mientras nuestra cultura sigue careciendo de rituales posparto de apoyo, el trabajo de mujeres individuales puede marcar una diferencia significativa. Muchos se sorprenden de que esta intervención de «baja tecnología» pueda funcionar. Sin embargo, esta es quizás la lección más importante que podemos aprender de las culturas que Stern y Kruckman describieron.
Debemos comenzar a cambiar la manera en que pensamos sobre la prestación de cuidados a las nuevas madres. Esta atención no debe detenerse una vez que nazca el bebé, sino que debe continuar durante todo el período del posparto.
En conclusión, hemos aprendido que las mujeres pueden hacer una transición cómoda y pacífica hacia la maternidad. Los trastornos mentales posparto no son inevitables y en muchos casos se pueden prevenir. Es hora de reconocer y satisfacer las necesidades de las mujeres de posparto. La salud de nuestras familias depende de ello.
 
Traducido del artículo:
How Cultures Protect the New Mothers
Texto e ilustraciones de Kathleen Kendall-Tackett