Por Javier de Domingo, psicólogo
El único ser humano que vive en lo que ha dispuesto la biología para la supervivencia de la especie es el bebé.
El resto vivimos en la adaptación a nuestro entorno, codependientes de nuestra socialización.
Si escuchamos la propuesta de la naturaleza tal vez podamos engancharnos al planteamiento más lógico y saludable para la vida. Pero escuchar no es tarea fácil. Las personas hemos aprendido a actuar (sobretodo el varón) en relación a la demanda externa, especialmente la del entorno que es la que ejerce la máxima presión para obedecer.
La historia del ser humano es la historia del miedo. La falta de habilidades para gestionar las emociones era normal en un mundo inmenso y abrumador lleno de peligros para los que nos faltaban recursos para lidiar con ellos. Así y desde el miedo pasar de lo emocional a lo mental supuso una adaptación orgánica y con sentido funcional.
El problema es que lo que funciona se repite, una y otra vez. Hasta que deja de funcionar. Y el hábito de conquistar el miedo al mundo y a sus depredaciones ha convertido a la mente y el pensamiento en los conductores de la humanidad. Tal vez haya venido bien durante un tiempo pero ya es hora de reequilibrar hemisferios pues los excesos del hombre empiezan a perjudicar su propio desarrollo evolutivo.
La emoción se abre paso. El hemisferio derecho le pide a su mellizo que se tome una tila, le mire a los ojos, se rían juntos y poder volver a ir de la mano, en equilibrio, empleando lo mejor de cada uno para movilizar el cuerpo hacía lo cabal y lo sano.
Ha llegado la hora de reubicarnos. Todos. Tiene que acabar el modelo de vida adulto-centrista en el que la socialización sea el motor de la adaptación a un mundo que nos atemoriza. Ese modelo ha devenido en la dominación y en las relaciones de poder. No ha habido regulación desde la salud social o individual.
Por eso es hora ya de escuchar al ser vivo que menos intoxicado está por la herencia del miedo y las socializaciones.
Sólo el bebé está conectado con el programa primal, con el diseño más perfecto de auto-regulación que nuestras APP´s jamás podrán llegar a captar.
Sólo el bebé entiende el lenguaje de la vida tal cual la vida propone.
(Y es a la que debemos dejar de intentar suplantar pues a ella le da la risa vernos y si seguimos en plan chulo ella nos pondrá en su sitio sin pestañear introduciendo en nuestros sistemas lo que sea necesario para reequilibrarnos).
El bebé es el traductor supremo, el lingüista por excelencia, el comunicador eterno de lo que necesitamos los seres humanos para vivir de acuerdo a nuestras mejores cualidades y no extinguirnos.
Y el bebé pide 2 cosas: comida y vínculo. Pide a la madre, a su madre. Y la pide con todo lo que ello conlleva. La necesita consciente de su necesidad pues el bebé es la criatura más frágil. Si no tiene eso sufre. Y sufre mucho. Le pese a quién le pese. Queramos hacer oídos sordos o que no entendamos su lenguaje o nos disociemos para que ese dolor pese menos que los deseos y ansias personales que son fruto de éstas socializaciones enfermas.
Madre. Esa es su necesidad. Diada. Esa es su configuración.
Por eso la madre es hechizada, desde lo químico, lo hormonal, lo físico y lo emocional. En lo psíquico vendrá más adelante, como fruta madura y ahí el varón tendrá un papel fundamental, si se deja y se le deja.
Así el bebé espera que su madre se deje hipnotizar pues ésa es su necesidad.
Lo que no espera es la interrupción del vínculo, venga de quién venga. Ya sea de la propia madre que por alguna razón no pueda o quiera vivir en salud el vínculo que el bebé necesita; o debido al padre y la dificultad heredada de entender y amparar la construcción de la diada; o de las familias de origen que traten de imponer su visión a la de la familia que se acaba de crear; o venga de las necesidades empresariales que llevan al empresario a aislarse de las necesidades de la vida y la supervivencia para aumentar su beneficio personal; o vengan de los reajustes de injusticias sociales que bien intencionados impiden al bebé tener su plan A; o vengan de estilos de paternidad impostados donde prime el deseo personal que la necesidad del bebé en su estado de mayor vulnerabilidad viendo roto su derecho al vínculo que la biología ha diseñado..
Ese es su plan A. Y si hay dificultades pide que se le escuche y se busquen opciones desde su necesidad de bebé, no desde la de los adultos o desde los usos y abusos de sus sociedades que le relegan a sucedáneos que le impiden el desarrollo más adecuado. Es decir, respetando su vínculo. No necesita explicaciones sesudas de derechos de unos u otros. Ese es el galimatías adulto que el adulto ha de resolver en el mundo adulto pero siempre preservando el mundo del bebé. O así debiera.
Por eso estamos desubicados. Todos. Los adultos. Especialmente el hombre. Sí, sobretodo el hombre pues ha sido el mayor precursor del ejercicio de la dominación.
Este debe ser el punto de partida desde el que mirar la paternidad. Ubicarse, entender la dirección del camino y tenerla clara. Ir de lo sencillo a lo complejo. Que la necesidad del bebé transforme al hombre en padre y que éste padre aprenda a practicar el adulto sano.
Tarea dura pues la programación heredada bloquea. Pero tenemos otra programación y es única y no está tan sujeta a interpretaciones mentales y sociales. Esa es la biológica, la de la vida y esa es en la que el bebé es su principal ministro.
Depende de nosotros querer despertar y superar los legados tóxicos que dificultan el camino de nuestra felicidad pues cualquier modelo de felicidad que sea a costa de alguien generará dolor y sufrimiento.
El próximo viernes 14 de septiembre cinco hombres vamos a intentar explorar y contar aquello que tiene que ver con el hombre en su tránsito a la paternidad. Para ubicarnos. Para reubicarnos. Para recordar lo que sabemos y hemos olvidado con socializaciones limitantes: a ser felices en salud.
El hombre lleva mucho en boca, generalmente para mostrar sus vergüenzas. Y es lógico. Ha de ser asumible para los que hemos vivido en el machismo y nos brota sin darnos cuenta.
Sin embargo pocas veces se plantean opciones desde la construcción, desde los sistémico y lo ecosistémico, desde la involucración y la propuesta práctica y funcional.
No es tarea fácil pues apenas hay libros y estudios serios que diseccionen las peculiaridades del hombre. Por eso Paco, Alfonso, Máximo, Juanma y yo hemos puesto la mayor atención e intención en dibujar un mapa para que el hombre en su conversión a padre supere lo que le daña a él, a sus seres queridos y a la sociedad.
Los cinco pondremos nuestro corazón, nuestro saber y nuestra experiencia profesional y personal en sentar unas bases de trabajo para todos. Y para todas, que ya es hora. Es el momento del cambio y de averiguar quién se suma, quién aporta y a quién le importa. Muchos estamos deseando hacerlo.
Por ello animo a cualquier persona, hombre o mujer, padre o madre y especialmente a los profesionales de la salud física y emocional que nos ayuden a construir éstas bases que son tan importantes. Nosotros pondremos foco, trabajo, dedicación y constante reflexión. Erraremos a veces y por eso es tan necesaria la participación, para ya sea viniendo en presencial o en viéndolo on line en directo o en diferido en los sucesivos meses, sea como sea, el poder recibir los aportes que nos ayuden a construir un campo nuevo que nos ayude como individuos, como familias y como sociedad.
Javier de Domingo, psicólogo, participará el 14 de septiembre en el
El curso Paternidad y perinatalidad: retos, oportunidades y cuidados
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