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Magdalena Martínez: “Una alteración de la neuroplasticidad en el embarazo podría hacer a las madres más vulnerables a patologías mentales perinatales”

La reciente tesis de la investigadora Magdalena Martínez García, recoge las investigaciones más recientes del grupo pionero a nivel mundial en estudiar cómo cambia el cerebro de madres y padres con la llegada de un bebé.

 

Por Diana Oliver

El grupo de investigación Neuromaternal, en colaboración con el equipo BeMother, han sido pioneros en realizar estudios longitudinales del cerebro de madres durante el embarazo y hasta el posparto. La neurocientífica Susanna Carmona, líder del grupo, comenzó estos estudios hace ya una década y a día de hoy son muchas las incógnitas que sigue suscitando este campo tan inexplorado todavía. Ya lo dijo Adrienne Rich en su imprescindible Nacemos de mujer: «Sabemos mucho más acerca del aire que respiramos o de los mares que atravesamos, que acerca de la naturaleza y del significado de la maternidad». Y es que, son muchos los aspectos desconocidos aún de esa enorme metamorfosis que supone a todos los niveles la maternidad; no sólo a nivel personal, emocional o social, sino también a nivel biológico.

La neurocientífica Magdalena Martínez-García, estudiante posdoctoral en Neuromaternal, ha recogido en su recién publicada tesis doctoral «Characterization of gestational brain remodelling in human mothers», las investigaciones más recientes de este grupo pionero de investigación a nivel mundial en estudiar cómo cambia el cerebro de madres y padres con la llegada de un bebé. En el Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal, participa como docente en el Monográfico El cerebro parental: Neurociencia del embarazo y el posparto, en el que tratará: El cerebro maternal y la salud mental perinatal y El cerebro paternal y aloparental humano. Con ella hemos charlado sobre el difícil arte de investigar en España y los retos que presenta su trabajo.

PREGUNTA: ¿Por qué te has interesado por investigar los cambios en el cerebro de las madres?

RESPUESTA: Como mujer, feminista e investigadora, mi intención siempre ha sido contribuir a que entendamos mejor la fisiología femenina, y la huella que tiene en nuestra salud a corto y largo plazo. La neurociencia, al igual que muchas otras disciplinas, tiene un largo historial en pasar por alto el impacto de nuestros procesos hormonales y reproductivos en el cerebro. Dentro de estos procesos, el embarazo constituye un evento neuroendocrino único en la vida de muchas mujeres, del que desgraciadamente se sabe muy poco. Es un honor para mí poder arrojar un poco de luz sobre este tema investigando las adaptaciones cerebrales de las madres durante el embarazo y posparto.

P: Investigar en España es muy meritorio dada la nula inversión y apoyo, ¿qué supone para una investigadora quedarse aquí?

R: Desde mi punto de vista, la investigación en España te genera una continua ambivalencia entre trabajar en algo que te apasiona y vivir bajo la presión constante de buscar financiación. Una financiación que además es precaria y que raramente te permite conciliar con cosas tan básicas como tener una hipoteca. Y la balanza siempre tiende a inclinarse a lo segundo: los investigadores vivimos con un ojo en el presente y tres en los próximos tres años. Es agotador. Siempre digo que, al contrario de lo que muchos políticos temen, mis años más productivos como investigadora han sido aquellos en los que he tenido un sueldo estable durante años. La nueva Ley de Ciencia es un primer avance, pero aún distamos mucho de tener un trabajo digno.

La investigación en España te genera una continua ambivalencia entre trabajar en algo que te apasiona y vivir bajo la presión constante de buscar financiación.

P: ¿Cómo ha sido llevar a cabo vuestras investigaciones?

R: Nuestro grupo de investigación, Neuromaternal, siempre ha priorizado realizar investigaciones rigurosas a expensas de que conlleven mucho más tiempo y esfuerzo. En nuestros estudios, escaneamos el cerebro de madres en distintos puntos de su transición a la maternidad, desde antes de la concepción hasta varios años posparto. Estos diseños suponen una gestión de participantes inmensa que incluye agendarlas y estar en contacto con ellas durante su búsqueda de embarazo, embarazo, parto y posparto. También supone que nuestra producción científica se ralentice en comparación con la de otros grupos de investigación, ya que necesitamos varios años de trabajo previo antes de escribir los artículos. También es cierto que, en los últimos tres años, las redes sociales han acelerado mucho el proceso de reclutamiento de participantes. Aunque a priori no lo parezca, Instagram es una herramienta científica muy potente. Aún así: sí, es difícil llevar a cabo nuestras investigaciones. Pero también es muy gratificante.

P: El estudio del cerebro parental en humanos es relativamente reciente.

R: Sí, aún son pocos los grupos de investigación que estudian las bases cerebrales de la transición a la maternidad y paternidad. Dentro de esta escasa literatura, nuestras investigaciones son únicas en su diseño. El grupo de Neuromaternal, en colaboración con el equipo BeMother, han sido pioneros en realizar estudios longitudinales del cerebro de madres en diferentes puntos desde antes del embarazo, pasando por el embarazo, y hasta el posparto. Estos estudios han establecido las bases de la neuroplasticidad del cerebro maternal, y han inspirado a investigadores de otros países a replicar nuestros hallazgos con otras muestras de madres y padres.

P: ¿Qué cambios se producen en el cerebro de las madres a lo largo del embarazo?

R: Hasta ahora, lo que sabemos es que durante el embarazo, el cerebro de la madre experimenta neuroplasticidad, que es la capacidad del cerebro para reestructurarse a nivel celular y de conexiones sinápticas, con el objetivo de adaptarse a nuevas situaciones. La maternidad es una época de cambio y de aprendizaje, y el cerebro se adapta a tu estado interno y externo durante esta transición. Esta neuroplasticidad se traduce en cambios estructurales a gran escala, los cuales son muy pronunciados y duraderos. Aunque todo apunta a que estos cambios suponen una adaptación a la maternidad, aún nos falta entender bien su funcionalidad. Estudios en roedores evidencian la neuroplasticidad del cerebro maternal, pero al estudiar madres humanas tenemos muchas más limitaciones a la hora de caracterizar los mecanismos celulares que subyacen a este remodelamiento cerebral. Con el desarrollo de nuevas técnicas de imagen médica esperamos obtener más respuestas sobre qué significan estos cambios cerebrales para las madres.

P: ¿Son cambios sólo estructurales o también funcionales?

R: Son estructurales y funcionales. En nuestros estudios nos centramos en caracterizar los cambios en la estructura de los tejidos cerebrales, pero también buscamos la conexión con cambios en el funcionamiento del cerebro. Por ejemplo, sabemos que a mayor cambio neuroanatómico en madres, mayor respuesta cerebral a estímulos de sus bebés. Es como si estos cambios cerebrales reflejaran la sintonía que muchas madres sienten con sus bebés al nacer. Otros estudios también han descrito cambios funcionales tanto en madres como en padres en redes cerebrales que subyacen a aspectos del comportamiento parental como la vigilancia, la empatía, el vínculo placentero con el bebé, o la auto-regulación emocional.

P: ¿Una mujer nota estos cambios? ¿Hay algo que pueda percibir como distinto?

R: Me encantaría poder contestarte a esta pregunta, pero lo cierto es que aún no se sabe. Sabemos que hay cambios en la estructura y función del cerebro durante el embarazo y posparto, y sabemos que muchas madres experimentan cambios emocionales, psicológicos e incluso cognitivos durante estos periodos. Pero la relación entre ambos es una incógnita que aún tenemos que despejar. Además, hay que recordar que las experiencias emocionales, psicológicas y cognitivas de las madres durante el embarazo están irremediablemente influenciadas por su contexto socioeconómico y por la narrativa social actual de lo que significa ser madre.

P: En el caso de que haya deficiencias en la neuroplasticidad, ¿qué puede suponer para la madre?

R: Es una muy buena pregunta. Yo siempre digo que un cerebro plástico es también un cerebro vulnerable. A lo largo de nuestra vida, las épocas de neuroplasticidad coinciden con épocas de mayor riesgo a desarrollar patologías mentales. En teoría, una disrupción o alteración de la neuroplasticidad durante el embarazo podría hacer a las madres más vulnerables a desarrollar patologías mentales perinatales. Este es otro de nuestros objetivos de investigación: entender la relación entre las patologías mentales perinatales como la depresión posparto (la cual afecta nada más y nada menos que al 17% de las madres) y las trayectorias de cambio cerebral.

P: ¿Los cambios se producen sólo en el primer embarazo? ¿Qué ocurre los siguientes?

R: Esta es una de las preguntas que pretendemos responder próximamente. Muchas mujeres nos cuentan que su primer embarazo y posparto fue radicalmente distinto a los posteriores, pero a nivel neurobiológico aún no sabemos si los efectos del embarazo en el cerebro son acumulativos con el número de embarazos.

P: En cuanto a la durabilidad de los cambios cerebrales que acompañan la transición a la maternidad. ¿Hasta cuándo se mantienen los cambios?

R: En nuestras investigaciones hemos visto que el cerebro de una madre difiere del de una mujer sin hijos hasta los seis años posparto. Y otros estudios con mujeres en la edad adulta (décadas después de ser madres), sugieren que el embarazo deja una huella permanente en el cerebro de las mujeres.

P: Por último, ¿seguirás investigando? ¿Se abrirán otras vías de investigación o seguirás estudiando el cerebro de las madres?

R: Pretendo seguir en esta línea de investigación más tiempo. Aunque haya acabado mi doctorado, siento que solo acabo de empezar a entender el impacto del embarazo en el cerebro de las madres. Dentro de este campo de investigación, me interesa mucho hacer estudios internacionales que recojan información de madres de diferentes países, para entender cómo diferentes culturas o políticas familiares impactan en estas trayectorias de cambio cerebral. También pretendo seguir estudiando qué mecanismos de plasticidad subyacen a estos cambios. Esta es una de las piezas del puzle que más me interesan, por qué nos ayudará a entender el por qué de estos cambios y qué podemos hacer para proteger al cerebro durante la matrescencia.

Esta línea de investigación no sería posible sin mi supervisora y amiga la Dra. Susanna Carmona. Ella comenzó estos estudios hace ya una década, e investigar junto a ella ha sido y es un auténtico privilegio. Aunque mi plan a corto plazo es irme de estancia posdoctoral a la Universidad de California en Santa Barbara (UCSB), mi intención a la larga es seguir investigando junto a ella en el grupo Neuromaternal. Y quizá en un futuro me lanzo a crear mi propio grupo de investigación. Me encantaría crear una línea de investigación que abarcara la conexión hormonas-cerebro a lo largo de la vida de la mujer, cubriendo tanto transiciones hormonales naturales (adolescencia, embarazo y menopausia) como tratamientos hormonales (anticonceptivos, tratamientos de fertilidad y terapias de reemplazo hormonal). Y por encima de todo, lo que sí tengo claro es que quiero seguir investigando a mujeres y rodeada de mujeres.

 

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